“¿Por qué tuve mis hijas en este país?” Esa es la pregunta que se repite como un eco desesperado en el testimonio de una madre cubana que decidió soltar su verdad en TikTok. Bajo el usuario @gelylaflaki, esta joven ha puesto en palabras lo que muchas prefieren callar: ser madre en Cuba es un acto de resistencia diaria, una lucha constante contra la escasez, los precios de locura y los apagones interminables.
Con un dolor que se siente hasta en la voz, la madre cuenta que muchas veces ha querido llevar a sus niñas a un parque, pero la realidad la golpea de frente: “todo está carísimo, y hasta el zoológico está pelado, sin animales”. Ni hablar de los pañales: ha tenido que acostar a su bebé con “pañito en blúmer”, porque simplemente no tiene cómo comprar culeros.
Aunque asegura que a sus hijas no les ha faltado comida, ha tenido que eliminar meriendas y recortar hasta lo esencial. En uno de los momentos más duros del video, admite que le ha dolido ver cómo su hija grande se ilusiona con los muñequitos en YouTube, solo para que ella se los apague segundos después, tratando de estirar los megas de una recarga que vale un ojo de la cara.
La impotencia de no poder comprar un juguete también pesa. A veces tiene el dinero, dice, pero prefiere gastarlo en comida. ¿Un juguete de miles de pesos que puede romperse en un rato? No hay forma. La prioridad es el arroz y los frijoles… cuando hay.
Como si fuera poco, los apagones vuelven todo aún más cruel. Su hija quiere ver sus muñequitos, quiere dormir sin sudar la gota gorda, pero la corriente se va y la desesperanza se queda. En medio de todo, esta madre no deja de preguntarse, con el alma rota: “¿Por qué las traje a este mundo, aquí, en esta isla que se cae a pedazos?”
A pesar de tanto golpe, ella no baja la cabeza. Con el coraje que solo una madre cubana puede tener, afirma que seguirá luchando para que sus hijas tengan un futuro mejor. “Yo no me rindo”, dice, como si fuera un grito que le sale del alma. Y no está sola. Decenas de usuarios la han llamado “una guerrera”, “una madre de verdad”, “una dura entre las duras”.
Pero lo suyo no es un caso aislado. Lo que ella cuenta se repite en miles de hogares a lo largo y ancho del país. Según el Food Monitor Program, uno de cada cuatro cubanos ha tenido que acostarse sin cenar en los últimos meses. El 72 % de las familias ha tenido que adoptar dietas nada saludables por no poder costear una alimentación balanceada. Y para colmo, el 42 % se gasta el salario completo solo en comida. El régimen, mientras tanto, sigue vendiendo discursos vacíos y culpando al embargo.
En otro video, la misma madre contó que sus hijas se quedaron sin almuerzo por un apagón que la dejó sin poder cocinar. Y no es la única. Otra madre, @anita.cubanita64, relató cómo perdió la comida de su hijo por culpa de un corte de corriente. Terminó cocinando con carbón durante días, como si estuviéramos en el siglo XIX.
Una madre en Matanzas mostró con rabia los precios de los juguetes en una tienda privada. Sets de juego por 6.000, 8.000 y hasta 12.000 pesos cubanos, cifras inalcanzables para la mayoría. En este país, un juguete se ha convertido en un lujo prohibido.
Cada historia, aunque distinta, grita lo mismo: en Cuba, ser madre es sobrevivir en medio del caos, del abandono y del desastre estructural que ha sembrado el régimen por décadas. Y mientras los de arriba siguen prometiendo lo imposible, las madres cubanas están abajo, fajadas con la realidad, cargando a sus hijos en brazos y a la crisis en la espalda.
