En Cuba, cuando alguien desaparece, el silencio suele ser más fuerte que cualquier sirena. Y eso es exactamente lo que ha pasado con Esperanza Cabrera Melvin, una maestra jubilada de 75 años que fue vista por última vez hace ya seis largos meses en el municipio de Colón, en Matanzas. Desde entonces, nada. Ni rastro. Y lo más preocupante: ni una sola respuesta clara por parte de las autoridades.
El caso ha sido visibilizado en redes por el observatorio de género independiente Alas Tensas, que esta semana volvió a alzar la voz con un mensaje directo: “No la olvidamos y exigimos respuestas a las autoridades que tienen el deber de buscarla”. Y es que, aunque han pasado más de 180 días, aún nadie sabe qué fue lo que realmente le pasó a esta mujer.
Esperanza fue vista por última vez el 19 de diciembre de 2024, en la parada del Central René Fraga. Según contaron sus familiares, su intención era llegar al poblado de Maceo, que queda apenas a un kilómetro. Pero nunca llegó. Desde ese momento, su familia, amigos, vecinos y activistas han estado buscando respuestas. Y lo único que han recibido es silencio.
Ese día, la señora vestía un suéter verde, pantalón de mezclilla azul claro, pañuelo carmelita en la cabeza y sandalias negras. Llevaba su cartera con el teléfono. Parece mentira que alguien pueda desaparecer así, en pleno día, en un trayecto tan corto, sin dejar ni una sola pista. Pero eso fue lo que pasó.
En febrero se encendieron las alarmas cuando trascendió que un hombre, identificado como Yoandy Castro, había sido arrestado tras hacer una amenaza en estado de embriaguez. Supuestamente, dijo algo tan escalofriante como: “Está bueno para caerte a batazos como le hice a Esperanza”. A pesar de esto, el presunto culpable no ha confesado, ni se han encontrado restos. Todo sigue igual de oscuro.
Lo más doloroso de esta historia es el abandono institucional. Ni una nota en los medios oficiales. Ni una rueda de prensa. Nada. Como si la vida de una maestra que educó generaciones no valiera una explicación pública. Y eso duele.
Los familiares de Esperanza han compartido varios números por si alguien puede aportar información: 54308730 / 56278141 / 58736470. Se aferran a la esperanza —nunca mejor dicho— de que alguien, en algún lugar, sepa algo.
Este caso no es aislado. Se suma a una lista cada vez más larga de personas desaparecidas en Cuba que quedan en el olvido. Especialmente mujeres mayores, uno de los grupos más vulnerables y menos protegidos.
Los colectivos feministas han sido claros: hace falta voluntad política, protocolos efectivos de búsqueda, y sobre todo, humanidad. Porque cuando una mujer desaparece, el país no puede seguir funcionando como si nada.
