Una noche que parecía tranquila en Pinar del Río terminó teñida de dolor. Sobre las 9:15 de la noche de este viernes, un accidente espantoso sacudió a la comunidad pinareña, cuando una rastra perdió el control en plena carretera hacia Luis Lazo y se estrelló contra un grupo de personas que estaban sentadas en la acera, justo frente a una vivienda.
El impacto fue brutal. La escena, desgarradora. Cuatro personas perdieron la vida de forma instantánea, entre ellas una niña de apenas 9 años y una joven embarazada. La cifra de víctimas fatales se suma al saldo de tres heridos, dos de ellos en estado grave.
Víctimas inocentes, familias destrozadas
Los fallecidos fueron identificados como Aliomar A. Sotolongo Alcina, de solo 21 años, Anairis Sánchez Blanco, de 24 años y embarazada, Deisy Javier Pérez, de 53, y Miliany Pérez Javier, una niña de apenas 9 añitos. Un grupo de vecinos que jamás imaginó que la muerte los sorprendería así, en cuestión de segundos, mientras compartían una noche cualquiera.
Entre los heridos está la pequeña Marlenis Martínez Blanco, de 10 años, actualmente ingresada en el hospital pediátrico Pepe Portilla en estado grave. Los otros dos lesionados reciben atención médica en el hospital Abel Santamaría Cuadrado, donde uno permanece en condición crítica tras una cirugía de urgencia, mientras el tercero está reportado como estable.
Sistema colapsado, carreteras letales
Aunque las autoridades aseguran que los protocolos de emergencia se activaron de inmediato, con equipos médicos multidisciplinarios, lo cierto es que las condiciones de las vías en Cuba y la falta de mantenimiento a los vehículos de carga representan un peligro latente en todo el país. Y este accidente es solo un reflejo más del caos en el que vive sumida la infraestructura vial bajo el régimen.
En un país donde el deterioro toca cada rincón, desde los hospitales hasta las carreteras, no es de extrañar que los accidentes de tránsito se multipliquen. La mayoría de los choferes se ven obligados a manejar vehículos viejos, remendados con piezas recicladas, sin frenos confiables ni condiciones de seguridad mínimas. Todo eso, en calles oscuras, mal señalizadas y repletas de baches.
Un Estado ausente, un pueblo en duelo
Mientras las familias se rompen por dentro llorando a sus muertos, el aparato estatal apenas publica escuetos comunicados. Ninguna palabra alcanza para consolar a quienes han perdido a sus seres queridos en una tragedia que pudo evitarse si el gobierno invirtiera en lo esencial y no en monumentos a una revolución oxidada.
Una madre sin su hija. Un embarazo truncado. Un joven con todo por delante que ya no está. La vida en Cuba hoy vale menos que una llanta usada, y el régimen no parece tener intención de cambiar esa realidad.
Desde este espacio, enviamos nuestras más sinceras condolencias a las familias de las víctimas. Y exigimos que tragedias como esta no queden sepultadas bajo el silencio oficial ni justificadas con la retórica del azar. En Cuba, el verdadero accidente es seguir viviendo bajo un sistema que no cuida ni protege a su gente.
Seguiremos atentos a la evolución de los heridos y contando las historias que el régimen prefiere callar. Porque la verdad, por dolorosa que sea, merece ser contada.