Lo que arrancó como una simple descarga en redes, terminó convirtiéndose en un duelo verbal entre el opositor cubano Eliécer Ávila y el youtuber dominicano Destino Tolk, que ha sacudido las redes con un debate intenso sobre el exilio, la identidad y el verdadero significado de “amar tu patria” desde fuera.
Todo comenzó cuando Destino, que reside en Florida y es bien conocido por meterse en todos los bretes de la farándula cubana en Miami, soltó un video donde se fue con todo contra los latinos que, según él, se olvidan de dónde vienen en cuanto tienen un pasaporte gringo en la mano.
“La gente tiene que dejar de estar lamboneando… Mañana yo puedo tener la ciudadanía americana, pero seguiré siendo dominicano, con todo y sus problemas”, soltó el influencer, bien cargado de orgullo patrio. Pero la cosa no se quedó ahí.
“Cuando llegas a este país y te crees más gringo que los propios gringos, y encima de eso te dedicas a chivatear o a burlarte de tu gente… eso se ve feo, sucio y asqueroso”, remató.
La respuesta de Eliécer: “Una cosa es emigrar, otra muy distinta es huir”
Como era de esperarse, Eliécer Ávila no se quedó callado. El exdiputado universitario y hoy opositor abierto al régimen cubano, respondió desde su experiencia de vida como exiliado político. Y no lo hizo con medias tintas.
“No es lo mismo venir de un país libre y pobre, que de un país donde te meten preso por pensar diferente”, explicó con firmeza. “A mí no me pueden pedir que sea embajador de lo lindo que es Cuba, porque estaría mintiendo. Lo que viví fue represión, hambre y dolor”, soltó con tono directo.
Ávila, que ha vivido en carne propia actos de repudio, vigilancia y hostigamiento político, dejó claro que su visión sobre su país de origen no es nostalgia romántica, sino memoria de resistencia. Y cuestionó fuertemente el discurso de quienes, desde la comodidad del exilio, pretenden medir a todos con la misma vara.
Destino no se quedó atrás: “¡Tú no eres gringo, eres cubano!”
La respuesta del dominicano fue tan caliente como su primer video. Se defendió diciendo que nunca mencionó a ningún país en particular, sino que hablaba de “algunos latinos”, pero terminó disparando munición pesada directamente a Ávila.
“Manipulando no vas a tumbar mi plataforma”, escribió. “Si tú te crees gringo, ese es tu problema. Pero el que no quiere a su patria no quiere a su madre”, soltó, con tono desafiante.
Como si fuera poco, acusó a Eliécer de haber tenido privilegios dentro del sistema, lo llamó “señor ministro” y lanzó una frase que puso las redes a arder: “Ahora que me mencionaste, tengo la excusa perfecta para dispararte directo al pecho, lambón. Tú eres cubano, no gringo.”
En otro video, más emocional, Destino habló desde sus raíces, diciendo que, a pesar de haber crecido con hambre y limitaciones, no deja de amar a su tierra. “Amo a mi país con todo y sus defectos. Esa bandera está tatuada en mi alma”, dijo entre emociones.
Una rivalidad que no es nueva… y que va más allá del orgullo
Esta bronca no es nueva. Ya en abril, Destino amenazó con entregar a Eliécer al ICE, acusándolo de haber sido militante comunista cuando estudiaba en la UCI. “Tú eras del Partido Comunista. Yo tengo pruebas. Mañana voy por ti, Eliécer”, dijo en tono burlón.
Aquella amenaza encendió las alarmas entre muchos cubanos en el exilio, que vieron con preocupación la posibilidad de usar la inmigración como herramienta de venganza política, algo que solo beneficia a los que se frotan las manos en el Palacio de la Revolución.
Aunque Destino buscaba exponer supuestas contradicciones del activista, terminó cuestionado él mismo por intentar jugar con fuego en un país donde los procesos migratorios son asunto serio.
¿Choque de egos o debate necesario?
Esta controversia, aunque salpicada de ataques personales y pullas callejeras, pone sobre la mesa un tema que incomoda a muchos: la relación entre identidad, exilio y memoria. ¿Se puede amar a un país que te hizo sufrir? ¿Se puede ser crítico sin ser “traidor”? ¿Quién tiene derecho a juzgar cómo cada quien lleva su historia?
En medio del ruido, Eliécer Ávila se mantiene firme como voz crítica contra el castrismo, mientras Destino Tolk reafirma su orgullo caribeño sin pelos en la lengua.
La guerra de palabras sigue encendida. Pero más allá del show, el verdadero trasfondo es el trauma que ha dejado el exilio forzado de millones de cubanos que, lejos de su tierra, todavía cargan con heridas que no sanan… ni con ciudadanía, ni con pasaporte azul.