En Cuba hasta decir la verdad al aire puede ser un error… ¡y hay que disculparse por eso! Eso fue lo que le pasó al ingeniero Ignacio Moya, director de la unidad de despacho de la Unión Eléctrica en la Isla de la Juventud, quien cometió el “pecado” de llamar las cosas por su nombre: dijo “apagón” en plena transmisión del parte energético.
Sí, así mismo. Mientras explicaba la situación eléctrica del territorio en el canal de YouTube del telecentro local, el funcionario soltó la palabra maldita y, al darse cuenta del “lapsus”, intentó enmendarlo al instante:
“Los apagones se mantienen, es decir, la afectación al cliente, disculpen…”.
¿Disculpen? ¡Pero si eso es lo que vive todo el mundo en la isla a diario! Su frase dejó en evidencia el constante esfuerzo del régimen por disfrazar la realidad con tecnicismos. Porque en Cuba, decir “apagón” es casi un acto de rebeldía lingüística.
Lo cierto es que en la Isla de la Juventud los apagones no son ninguna novedad, pero desde hace semanas la situación se ha puesto color de hormiga. Cinco horas sin corriente al día, sin patrón, sin aviso, sin esperanza. Y el pueblo ya no se queda callado.
De hecho, en redes sociales han empezado a circular mensajes donde piden nada más y nada menos que la independencia de la Isla de la Juventud. ¡Así como lo lees! Quieren una república libre del control de La Habana. Un grito de desesperación que refleja cuán hondo ha calado el descontento.
Todo empezó, según los rumores callejeros, cuando supuestamente “se llevaron dos generadores para La Habana”, dejando a los pineros colgados del tendido eléctrico… pero sin corriente.
Y por si fuera poco, también aparecieron pintadas contra el régimen en estructuras visibles, como un círculo infantil y una parada de ómnibus en Santa Fe. Mensajes como “Díaz-Canel singao”, “Abajo el comunismo” y “Patria y Vida” dicen lo que muchos piensan, pero pocos se atreven a decir en voz alta.
Estas expresiones recuerdan al estallido del 11 de julio de 2021, cuando miles de cubanos salieron a las calles a exigir libertad. Hoy, esas consignas vuelven a florecer, esta vez en una isla que siempre fue más tranquila, pero que ahora parece haber dicho: ¡basta ya!