Una familia guantanamera quedó completamente en la calle tras un incendio que arrasó con su vivienda en la intersección de Crombet y 4 Oeste, en plena ciudad de Guantánamo. El fuego, que también alcanzó al menos otras dos casas vecinas, consumió en minutos todo lo que esa familia había construido durante años.
El desastre ocurrió la tarde del miércoles, y según cuentan los vecinos, todo apunta a un cortocircuito como causa inicial. No es raro, por cierto, en un país donde los apagones y las instalaciones eléctricas deterioradas son parte del día a día.
Fuego, desesperación y abandono
Las llamas se propagaron rápido. En medio de los gritos y el humo, los bomberos llegaron con dos carros cisternas, acompañados por personal de la empresa eléctrica y agentes de la Policía Nacional Revolucionaria. Pero ya era tarde. La familia lo perdió todo: muebles, ropa, recuerdos, la vida entera en cenizas.
En medio del dolor, surgió la solidaridad. Vecinos y amigos comenzaron a moverse para ayudar como pueden. Uno de los voluntarios lanzó un llamado urgente en redes sociales: “Si puedes colaborar con ropa, alimentos, enseres o dinero, contáctame al 56107779. Yo mismo recojo las donaciones”.
Además, se está coordinando una vía para enviar ayuda monetaria a través de transferencias, con los datos compartidos por privado para evitar abusos.
La Cuba que arde en silencio
Lo más duro de esta tragedia es que no es un caso aislado. Los incendios en viviendas se han vuelto frecuentes en la isla, y muchas veces la chispa que los enciende no es más que el reflejo del abandono del sistema eléctrico nacional, afectado por décadas de desidia y mala gestión.
La gente, forzada por la falta de corriente, se ve obligada a cocinar con leña, usar velas, conectar bombillos colgando de cables pelados o improvisar cocinas eléctricas con resistencias caseras. Un descuido, un chispazo, y en segundos todo se convierte en fuego.
Así pasó, por ejemplo, en octubre de 2024, cuando un apartamento en la zona 23 de Alamar se incendió mientras sus moradores trataban de cocinar con leña. Aquella vez, por suerte, no hubo heridos. Pero la escena fue otra alerta más sobre lo que puede pasar cuando el Estado se desentiende y la gente tiene que sobrevivir como pueda.
Cuando el fuego no solo quema casas, sino dignidades
Lo que se vive hoy en Cuba va mucho más allá de un problema eléctrico. Es una crisis humanitaria sostenida, donde cada tragedia —como esta en Guantánamo— revela la falta de respaldo real por parte de las autoridades. El régimen se limita a aparecer con bomberos y policías para la foto, pero no existe una política seria ni recursos de emergencia para los damnificados.
Las familias afectadas tienen que reconstruir sus vidas solas, contando con lo que puedan reunir entre vecinos y amistades. Ni ayuda del gobierno, ni apoyo institucional, ni garantías mínimas de que algo así no vuelva a pasar.
Mientras tanto, los discursos oficiales siguen hablando de “continuidad”, “resistencia” y “victorias”, mientras el pueblo sobrevive entre cenizas, apagones y promesas rotas.
Hoy, la familia guantanamera necesita ayuda urgente. Mañana, puede ser cualquiera. Porque en Cuba, el fuego de la miseria sigue encendido… y no hay gobierno que lo apague.