Ni la polémica, ni el descontento de buena parte del exilio cubano han logrado borrar la sonrisa del rostro de Alejandro Cuervo, quien este fin de semana se dejó ver bien campante por Brickell City Centre, uno de los rincones más lujosos de Miami. Camisa floreada, pantalón negro y tenis blancos: así, relajado y como quien no ha roto un plato, el actor se paseó entre rascacielos, ajeno (o indiferente) al vendaval que ha desatado su llegada a Estados Unidos.
Las fotos, compartidas por el propio Cuervo en redes sociales, muestran a un hombre que parece estar de vacaciones, sin dar señales de remordimiento ni intención alguna de aclarar su postura política. Porque esa es la herida que más escuece: el silencio.
“¿Y este cómo entró así, de jamón?”, se preguntan cientos de cubanos en comentarios encendidos. Para muchos, su entrada a Miami es otro capítulo más del show macabro que protagoniza el aparato del régimen, que sigue colando sus fichas, tranquilamente, en el corazón del exilio.
“Un comunista más en la ciudad del exilio”, “otro vividor disfrazado”, “la inteligencia entrando en chancletas”… Son solo algunas de las frases que circulan con rabia contenida en las redes. Y no es para menos. Mientras miles de cubanos desesperados enfrentan deportaciones, trabas migratorias o languidecen en centros de detención, un rostro que durante años no se mojó ni una uña por denunciar la dictadura aparece ahora caminando por las avenidas de Miami como si el mundo no ardiera.
¿Turista o nueva residencia? El misterio persiste
Hasta el momento, Cuervo no ha dicho ni pío. No ha aclarado si vino a turistear o si su plan es echar raíces. Lo cierto es que su silencio lo dice todo, y más aún en un momento en que la comunidad del exilio exige posturas claras. Porque venir a Miami, disfrutar de sus lujos y libertades, mientras se calla ante la represión de un régimen que lleva más de seis décadas oprimiendo a su pueblo, es más que un acto de hipocresía: es una burla.
El exilio no olvida. Y aunque Cuervo no haya hecho declaraciones públicas, sus publicaciones recientes son casi un reto: “Aquí estoy, gozando, mientras ustedes discuten”. Una actitud que solo alimenta el rechazo de quienes lo ven como otro oportunista más, otro beneficiario del sistema que ahora se da la gran vida en el paraíso capitalista que tanto se criticaba desde la Isla.
Miami no es tierra de olvido
Lo cierto es que el tema Cuervo no es un caso aislado. Cada día llegan más figuras cercanas o serviles al aparato cultural del castrismo, sin que medie explicación, sin que haya transparencia, y sin que se les exija una condena clara al régimen. Mientras tanto, los cubanos de a pie que han huido de la miseria, la represión o la falta de futuro, siguen enfrentando trabas para regularizar su estatus o incluso ser escuchados.
La publicación del actor en Brickell ha encendido una vez más el debate sobre quiénes merecen pisar esta tierra de libertad. Y aunque Cuervo prefiera ignorar la tormenta, la realidad es que la memoria del exilio es larga y la paciencia, cada vez más corta.