Si algo hay que reconocerle a los taxistas en Cuba es la paciencia… pero a veces ni con eso alcanza. Esta vez, el protagonista de una historia que parece sacada de una serie criminal fue Eliasv Alonso Cruzat, un conductor del servicio de taxis Gazelle en La Habana, que terminó golpeado por hacer lo correcto: seguir las reglas.
Todo ocurrió en Santiago de las Vegas, en el conocido paradero de taxis. Eliasv estaba a bordo de su vehículo H12-204, listo para iniciar la ruta hacia la Terminal de Trenes. Pero dos pasajeros decidieron que sus maletones tenían que ir sí o sí, sin importar el reglamento ni el espacio limitado del carro.
Cuando Eliasv les explicó amablemente que no podía llevar tanto equipaje —porque sí, hay reglas claras que lo prohíben—, los sujetos perdieron el control. Le dieron un golpe en la cabeza con un objeto contundente y lo dejaron herido en plena jornada laboral. ¿El motivo? Simple: se negó a hacer lo indebido.
La página de Transportación Habana denunció lo sucedido en redes sociales y lo calificó como lo que es: un acto cobarde y violento contra alguien que solo cumplía con su trabajo. “Esto no solo es un delito de agresión física a un servidor público, es un ataque directo a quien se esfuerza por servir al pueblo trabajador”, escribieron con total razón.
Muchos internautas no tardaron en reaccionar. Una cubana dejó bien claro en los comentarios lo que todos pensamos: “Todo el mundo sabe que estos carros no tienen espacio para tremenda cantidad de bultos. Lo demás es indisciplina social y falta de respeto”. Y tiene toda la razón.
Lo preocupante es que no se trata de un caso aislado. En mayo, otro chofer de Gazelle fue víctima de una agresión con piedras cuando salía de la piquera en el municipio Playa. Resultado: cuatro puntos en la cabeza y un susto que no se olvida fácil.
Estos ataques, que van desde lanzar piedras hasta dañar vehículos en pleno servicio, están dejando no solo pérdidas materiales como cristales y puertas rotas, sino también choferes y pasajeros heridos. Mientras tanto, la Fiscalía ya los califica como hechos de “alta lesividad”. Y con razón.
Con un transporte público en crisis, escasez de piezas y combustible, y choferes que apenas pueden ganarse el sustento, lo último que necesita Cuba es una moda violenta contra quienes intentan —como pueden— mantener en pie el sistema.
