Lo que debía ser unas vacaciones soñadas en Varadero terminó convertido en una experiencia aterradora para Breanna Peebles, una joven canadiense de Manitoba que asegura haber sido drogada y agredida en uno de los hoteles más publicitados del régimen cubano: el Grand Memories Varadero.
“Me desperté golpeada, sin ropa y en una habitación que ni siquiera era la mía”, contó entre lágrimas la turista en declaraciones a CityNews. Su relato es tan estremecedor como contundente: marcas de violencia por todo el cuerpo, una uña arrancada, raspones y un vacío mental tras haber tomado tragos en el bar del resort.
Según narra, todo comenzó tras nadar y beber un par de cócteles. De pronto, comenzó a sentirse mareada, con mucho sueño, y fue sacada del área por el personal de seguridad. Lo último que recuerda antes de despertar sola, desnuda y sin su celular, es una sensación de descontrol total. “Solo Dios puede salvarme ahora. He estado rezando todo este tiempo”, dijo, con la voz quebrada.
El silencio cómplice de un sistema podrido
Peebles afirma que el personal del hotel la miraba “como si supieran lo que había pasado”, pero nadie se atrevió a explicarle nada. Tampoco recibió ayuda. Ni protección. Y, por supuesto, ninguna autoridad cubana se pronunció sobre el caso.
El miedo, la confusión y la falta total de confianza en el sistema represivo cubano la llevaron a no presentar una denuncia formal en la isla. Fue su familia, desesperada desde Canadá al no tener noticias de ella, la que finalmente dio la alerta.
Ya de vuelta en Winnipeg, la joven no pudo contener el llanto. “Quería besar el suelo cuando aterricé. Jamás en mi vida vuelvo a Cuba, ni aunque me paguen el viaje”, sentenció.
Un país peligroso para el turismo, aunque el régimen diga lo contrario
Como de costumbre, ni el hotel Grand Memories Varadero, ni su operador Blue Diamond Resorts, han querido ofrecer declaraciones. Y la agencia de viajes RedTag, en un acto de puro lavado de manos, simplemente invitó a la víctima a “contactarlos” si necesitaba asistencia.
Pero este no es un caso aislado. Ya son varias las denuncias de turistas canadienses que han sido víctimas de agresiones, accidentes sin atención médica, e incluso violaciones silenciadas por las autoridades cubanas.
En 2019, una mujer fue víctima de abuso sexual en el hotel vecino Memories Varadero Beach Resort, también operado por Blue Diamond. En 2025, otras tres canadienses han denunciado situaciones igual de alarmantes.
Desde fracturas sin atención médica, hasta una menor de edad que fue agredida sexualmente por un trabajador de hotel y a la que se le exigía quedarse en Cuba indefinidamente para presentar cargos. Un sistema legal que revictimiza y un aparato turístico que prefiere el silencio antes que la justicia.
El régimen cubano se ha lucrado por años vendiendo una imagen de “paraíso seguro”, pero lo que se vive dentro de esos hoteles, sobre todo cuando se apagan las luces y no hay cámaras, es una pesadilla disfrazada de sol y playa.
Y mientras los jerarcas del régimen llenan los bolsillos con el turismo extranjero, las víctimas —mayormente mujeres— siguen sumando heridas, sin respuestas, sin justicia y sin protección. Porque en Cuba, ni los derechos humanos ni la dignidad valen más que el dólar del turista.
Así que ya lo saben: si van a Cuba, recen que no les pase nada, porque ni el hotel, ni la policía, ni el Estado estarán ahí para ayudarlos.