El actor cubano Alejandro Cuervo se metió en el ojo del huracán tras pisar suelo estadounidense, específicamente Miami, ciudad donde muchos lo recibieron más con reclamos que con abrazos. Las redes estallaron en críticas, y no faltaron quienes lo llamaron «cómplice del régimen», por nunca haber condenado públicamente a la dictadura cubana.
En una entrevista con el periodista Javier Díaz, de Univisión 23, Cuervo no se guardó nada y soltó su molestia por el revuelo: “Yo soy un artista que lo único que ha hecho en su vida es trabajar, porque sé en qué país vivo”, dijo con tono serio y directo. Ahora anda por Nueva York, pero la polémica lo persigue como sombra bajo el sol del Caribe.
“Dila o eres mi enemigo”, fue la frase que, según él, lo recibió en el aeropuerto. Una consigna lanzada por algunos exiliados cubanos que lo esperaban con exigencias políticas, en vez de bienvenidas. Cuervo no lo ocultó: le dolió ese recibimiento. No entiende por qué tiene que rendirle cuentas a todo el que lo ve si, según él, siempre ha sido un hombre de trabajo y bajo perfil.
El actor entró a EE. UU. con visa de turista y apenas bajó del avión comenzó el rifirrafe virtual. Muchos internautas no le perdonan su silencio cómplice frente a la represión en Cuba. Y claro, en estos tiempos donde el arte ya no puede darse el lujo de la neutralidad, su “posición apolítica” suena más a estrategia que a convicción.
Mientras lo critican, él pasea feliz
Ajeno a la controversia —o al menos eso parece— Cuervo ha seguido compartiendo en redes su nueva vida al estilo miamense. En una foto que no tardó en hacerse viral, se le ve manejando un bote de noche, sonriente, con el skyline de Miami de fondo. La acompaña con una frase que muchos interpretaron como un mensaje a sus detractores: “La vida es muy corta para vivirla según las expectativas de los demás.”
Y sí, mientras unos lo cuestionan, él sigue de rumba. En otro video aparece rodeado de amistades que lo recibieron con abrazos, brindis y cero reproches. También se le vio en el Flamingo Theater Bar, gozando un concierto de El Niño y La Verdad, saludando a fans y posando sin pena para las fotos.
Aunque no ha dicho claramente si piensa quedarse en EE. UU. o si es solo una escapadita turística, muchos ya lo ven como parte de los tantos artistas que vienen a gozar las mieles del capitalismo mientras callan los abusos del castrismo.
Silencio que incomoda
Lo que más molesta a buena parte del exilio no es su visita en sí, sino esa postura tibia, ese no querer meterse en líos mientras el pueblo sufre. Porque en Cuba la neutralidad es un lujo que solo algunos se pueden permitir, y Cuervo parece haber jugado con esa carta durante demasiado tiempo.
La pregunta sigue en el aire: ¿será este viaje un punto de inflexión o solo una parada más en el guion de alguien que no quiere problemas con nadie, pero tampoco mojarse por los suyos?
Mientras tanto, en las redes el debate sigue encendido, como siempre que se trata de figuras públicas que vienen de la isla y se topan con una comunidad exiliada cansada de la doble moral y del “yo vine solo a pasear”.
