Los que crecimos en Cuba sabemos que un parque infantil era sinónimo de tardes de juegos, meriendas con pan con pasta, y columpios chirriando de tanto uso. Pero esa imagen parece haberse quedado atrapada en el pasado. Un reciente video subido por la usuaria @lia.hernandez771 en TikTok nos enfrenta, sin anestesia, al deterioro extremo que sufren hoy estos espacios públicos.
Desde el primer segundo del video, Lia no se anda con rodeos. “Así son los parques en Cuba”, dice mientras la cámara enfoca una escena que más bien parece sacada de una película postapocalíptica: columpios oxidados, sin respaldo, con las cadenas colgando como si fueran adornos macabros; toboganes metálicos que parecen trampas mortales; y un piso de tierra y piedras, ideal para una fractura si un niño tropieza. Nada de piso acolchonado, nada de seguridad. Ni siquiera limpieza.
Lo más impactante es cuando la joven señala los antiguos “barquitos” para niños, que hoy están hechos pedazos. “Esto ya no es ni la mitad de lo que era antes”, confiesa con tristeza, recordando su infancia en ese mismo parque que, alguna vez, fue símbolo de alegría y comunidad.
Y si alguien pensó que se trataba de un caso aislado, Lia se encarga de despejar dudas. “Todos los parques de nuestro país se encuentran en esta condición”, afirma con una mezcla de rabia y resignación, invitando a otros usuarios a contar su experiencia. La respuesta no se hizo esperar: nostalgia, indignación y propuestas empezaron a llover en los comentarios. “Dios mío, parece un cementerio”, escribió una seguidora. Otra dijo: “Yo iba mucho a ese parque cuando era chiquita. Qué tristeza verlo así”.
Pero este no es un fenómeno nuevo ni exclusivo. En mayo, otro video mostró el Parque de las Madres, en el Cotorro, donde las madres deben empujar manualmente carruseles oxidados… y pagar por usarlos. Como si eso fuera poco, las estructuras dan más miedo que diversión. Un usuario bromeó: “Si Hollywood lo ve, lo compra para una película de terror”. Y la broma, por triste que parezca, tiene mucho de verdad.
El Parque Maceo, en pleno Malecón habanero, tampoco se salva. Lo que alguna vez fue un punto de encuentro para muchas familias hoy es descrito por los visitantes como una “ruina”. Basura, estructuras rotas, juegos inservibles. Todo lo que no debería haber en un parque, está ahí.
Lo más irónico es que, mientras tanto, se anuncian restauraciones en lugares emblemáticos como el Parque Lenin, ExpoCuba o el Zoológico Nacional. Pero la realidad de los barrios sigue siendo la misma: parques olvidados, niños sin espacios seguros para jugar, y padres frustrados.
En una isla donde la infancia ya enfrenta mil obstáculos, el deterioro de los parques no es solo un detalle menor. Es una señal más del abandono generalizado. Y como bien dice Lia: “Esto ya no es ni un parque”.