Lo que debería ser un trámite migratorio normal, se ha convertido en una pesadilla para muchos cubanos. El Consulado de Panamá en Cuba lanzó esta semana una advertencia urgente sobre un problema que está afectando a cientos (si no miles): las estafas con las citas de visa.
Sí, aunque parezca mentira, en medio del desespero por conseguir una visa de turista o de tránsito, muchos cubanos están siendo timados por supuestos “gestores” o “agencias de viaje” que prometen agilizar el proceso… pero lo único que agilizan es el robo del dinero.
El consulado fue claro: no hay gestores ni agencias autorizadas por el Servicio Nacional de Migración ni por ellos mismos para emitir citas. La única vía legal y válida es a través de un abogado panameño idóneo. ¿Y cómo saber si el abogado es legítimo? Fácil, usando la plataforma del Órgano Judicial de Panamá, donde puedes verificar si está registrado oficialmente. Además, debes exigirle su carné de identificación profesional. Sin eso, estás jugando a la ruleta rusa con tu dinero.
El problema es que esta advertencia llega cuando ya muchos han sido estafados, y no por ingenuos, sino por la falta de opciones claras y accesibles. Las redes sociales están llenas de testimonios desgarradores. Gente que ha pagado cientos de dólares por trámites que nunca avanzan o que terminan en “espere el proceso”, sin más explicación.
Una usuaria fue tajante: “Trabajo con abogado idóneo desde el año pasado y aún tengo citas pendientes. Esto no es serio. Reactivan cada mes y Migración hace lo que le da la gana”. Y no es la única que se siente estafada, incluso dentro del proceso “legal”.
Otra voz indignada lo resumió todo en una frase que duele pero suena muy real: “Siempre el perjudicado es el pobre”. Y es que, si el sistema fuera más transparente, si se pudiera hacer la cita directamente en la embajada como antes, los estafadores no tendrían ni a quién robarle.
Desde 2022, Panamá exige visa de tránsito a los cubanos, una medida que no solo ha encarecido los viajes, sino que ha convertido cualquier escala en ese país en un campo de obstáculos.
La frustración crece porque, aunque la advertencia es bienvenida, el problema real sigue sin resolverse: el proceso es complejo, oscuro y caro. Y mientras no cambie, el cubano seguirá siendo carne de cañón para los vivos que ven en su desesperación una mina de oro.