En Cuba, subirse al timón no solo implica esquivar baches y ahorrar combustible. También puede costarte la vida. Así lo demuestra la reciente desaparición de Geosvany Fidel Rivalta, un joven taxista cubano que salió de Ranchuelo, en Villa Clara, con rumbo a Matanzas… y nunca más se supo de él.
La noticia estalló como una bomba en redes sociales: Geosvany manejaba un Peugeot 301 gris, con cristales empapelados y matrícula de turismo T-023092. Salió a trabajar el jueves 19 de junio por la tarde, como cualquier otro día. Pero esta vez, no volvió a casa. Ni al volante ni caminando.
Según informó el activista Guillermo Rodríguez Sánchez, lo último que se supo de él fue gracias a la señal de su celular. La geolocalización indicaba que estuvo en Palmira, Cienfuegos. De ahí en adelante, todo es silencio. Y preocupación.
Lo más desgarrador es que Geosvany tiene una esposa a punto de dar a luz. “Es un muchacho muy trabajador y responsable”, escribió Rodríguez. Su familia está desesperada, y se ha pedido a la población que, si ven el auto o tienen cualquier información, llamen al 52816709. El mensaje va dirigido, sobre todo, a personas de Villa Clara, Cienfuegos y Matanzas.
Pero el caso no termina ahí. La usuaria Maylan Abreu comentó que antes de desaparecer, Geosvany habría recogido a dos hombres en la carretera. Según ella, hizo una parada en el poblado Refugio, en Caibarién, para ver a su madre. Dejó a los dos hombres en la entrada, fue a ver a su familia, y al salir volvió a recogerlos. Desde entonces, nadie más lo ha visto.
El miedo no se hizo esperar. “Ese es el precio que pagamos los que vivimos del timón”, dijo un conductor llamado Pedro Luis. “Y lo peor es que no podemos tener ni un cuchillo en el carro para defendernos”. La impotencia es palpable.
En redes sociales, la gente estalla con preguntas incómodas: “¿Dónde está la policía?”, “Ese carro no desapareció por arte de magia”, “¿Y si ya lo desarmaron para venderlo por piezas?”. Lamentablemente, en Cuba ya se han dado muchos casos así: robos violentos a choferes, desapariciones misteriosas, incluso asesinatos. Y todo por un auto, unas piezas, o el simple hecho de tener algo que otros quieren.
Mientras tanto, una familia espera, una esposa llora, y las redes no dejan de compartir la foto del auto y la cara de un joven que, hasta ahora, solo quería ganarse la vida.