Mientras millones de cubanos hacen malabares para cocinar con leña o dormir en calzoncillos por culpa del calor y los apagones, la cúpula del poder en Cuba sigue disfrutando de su propio paraíso particular, blindado al pueblo y a la verdad. Hablamos de la Nave Pilar, una de las residencias más lujosas y escondidas que usó el fallecido dictador Fidel Castro para descansar a cuerpo de rey… en una isla donde la mayoría apenas sobrevive.
Gracias a una investigación del Periódico Cubano en colaboración con el influencer Darwin Santana, este domingo salieron a la luz imágenes inéditas de esa mansión de película que se levanta frente al mar en Varadero, joya del turismo en Cuba. Y no, no es una casa cualquiera: se trata de una edificación gigantesca, con más de 14 mil metros cuadrados, equipada con gimnasio, sauna, piscinas, jacuzzis, cocinas industriales, varias habitaciones y zonas de lujo diseñadas para la élite castrista.
La hipocresía se siente en cada azulejo. Mientras el discurso oficialista le exige al pueblo “resistencia” y “sacrificio”, sus líderes disfrutan aire acondicionado las 24 horas, flotan en catamaranes de lujo y beben mojitos en instalaciones mejor equipadas que cualquier hospital cubano.
La Nave Pilar, construida en 1948 y originalmente propiedad del expresidente Ramón Grau San Martín, fue “adoptada” por Fidel Castro, luego por su hermano Raúl, y ahora también está a disposición del actual mandamás Miguel Díaz-Canel, ese mismo que en TV pide “aguantar con conciencia revolucionaria” mientras se pasea por residencias con todo el confort de una villa europea.
En 2011, cuando el país ya tambaleaba entre escasez y desesperanza, el régimen desembolsó seis millones de dólares para remodelar esta joyita, un gasto escandaloso en medio de una nación quebrada, con techos que se caen y familias enteras que siguen esperando materiales desde el paso del huracán Ian.
Por supuesto, acercarse a la mansión está prohibido. Vigilancia constante, controles del MININT, verificación de identidad… En el reparto Kawama no entra cualquiera. Allí, lejos del sudor popular, se planifica la próxima arenga mientras los hijos de papá juegan con el catamarán en aguas cristalinas.
La investigación divulgó más de 300 imágenes para desenmascarar el teatro de la igualdad revolucionaria. Las fotos, que ya circulan por medios independientes y redes sociales, no solo muestran el lujo inmoral, sino también la desconexión total entre los que mandan y los que resisten día a día las ruinas de un país desangrado.
Y mientras todo eso pasa dentro de la Nave Pilar, afuera, el pueblo se las arregla para cocinar con cáscara de coco, ducharse con cubos o dormir sin luz ni agua, cruzando los dedos para que la corriente regrese aunque sea por un par de horas.
La Revolución no solo traicionó sus principios. También construyó sus propias mansiones con el sudor ajeno.
