En Santiago de Cuba, la sed de justicia no se apaga. La Fiscalía Provincial ha pedido 20 años de cárcel para Marcos René Vera, el hombre acusado de quitarle la vida a Guillermo Alexnay Céspedes Chacón, mejor conocido como Breezy Alexnay, un joven padre que dejó a dos bebés huérfanos tras un crimen que estremeció la ciudad.
La sentencia definitiva se conocerá el 22 de julio, pero la familia del muchacho ya lleva más de un año cargando con el dolor, el vacío… y la indignación.
Un juicio marcado por la rabia y la memoria
La vista oral se celebró en el Tribunal Provincial de Santiago, y no fue cualquier juicio. Fue una jornada cargada de emociones. Los familiares de Breezy llegaron vestidos de blanco, con su rostro estampado en el pecho, como un grito silencioso exigiendo justicia. Como un reclamo ante una justicia que, en Cuba, muchas veces llega tarde… o no llega.
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada fue quien siguió de cerca el caso. En sus publicaciones en redes sociales reveló detalles que el oficialismo prefirió callar. Según relató, Marcos René Vera no es ningún principiante en esto de andar con armas blancas: ya había sido condenado anteriormente por otro homicidio en el “Rapidito de Martí”, donde apuñaló a un joven por error, creyendo que era un enemigo.
Aquel crimen lo despacharon como un “error de juventud”, y Vera pasó poco tiempo tras las rejas. Un precedente que, al parecer, le dio carta blanca para seguir actuando con violencia. Y esta vez, la víctima fue un inocente.
Breezy murió por un conflicto que no era suyo
El asesinato de Breezy fue, según las investigaciones, una especie de venganza cruzada. El conflicto real era entre Vera y un primo del fallecido, al parecer por líos amorosos. Pero el puñal fue directo a quien no tenía vela en ese entierro. Breezy terminó pagando con su vida un problema ajeno.
Tras el crimen, Vera intentó fugarse del país, usando los mismos canales ilegales que tantos otros cubanos han usado para escapar del hambre o de la represión. Solo que en su caso, era para huir de la justicia.
Extraoficialmente se dice que fue capturado mientras intentaba salir por Pinar del Río, con apoyo de cómplices dentro y fuera de Cuba. Pero como suele pasar en la isla, el régimen no ha confirmado nada oficialmente. La transparencia no es su fuerte.
Una familia rota y una comunidad que no olvida
Durante el entierro de Breezy en el Cementerio Santa Ifigenia, los gritos de “Patria y Vida” rompieron el silencio, como símbolo de rebeldía y dolor colectivo. En febrero de 2024, sus familiares se plantaron frente a una estación policial para exigir justicia, hartos de esperar que el sistema actúe con responsabilidad.
A lo largo del proceso, Mayeta denunció que algunos intentaron justificar lo injustificable. Gente que, desde dentro y fuera del país, defendió al asesino con el argumento gastado de “era joven”, como si eso fuera suficiente para absolver un crimen.
“Nadie debería justificar un asesinato”, escribió el reportero. Y tiene razón.
Ahora, con el juicio en su etapa final y la petición de 20 años sobre la mesa, la familia de Breezy no pide venganza, pide justicia real. Justicia sin adornos ni excusas. Justicia que ponga freno a la impunidad que tanto daño ha hecho en Cuba.
Porque en un país donde el sistema judicial suele mirar para otro lado, donde los victimarios a veces caminan libres y los inocentes terminan silenciados, este caso es una prueba de fuego para una justicia que ya nadie confía del todo.