Sí, Sandro Castro volvió a hacer de las suyas. Porque si pensabas que ya lo habías visto todo del nieto más farandulero de Fidel, prepárate para su nueva ocurrencia: ¡lanzó un tema de reparto! Así es. El autodenominado influencer tropical se tiró una canción llamada “La Cristach”, y como era de esperarse, no dejó a nadie indiferente… para mal.
En un video que subió a Instagram, aparece acompañado de tres muchachones que se hacen llamar “Los Hijos de Obbatalá” (Ericito el 13, Yamlexis de Good Boy y Esteylor… sí, así mismo), y abre el tema con la frase: “Sientan la mordida que se viene, cabrones”. ¿Poesía urbana o pura guapería sin sentido? Tú decides.
Aunque no canta mucho (menos mal), Sandro se roba el show con su entusiasmo desbordado. Lo ves bailando, posando y echando flow como si fuera el mismísimo Daddy Yankee del Vedado. Pero lo cierto es que el resultado es más meme que música.
El contenido de la canción es casi ininteligible. Letras sin pies ni cabeza que parecen inventadas en una noche de tragos caros y cero conexión con la realidad. Frases como “se pone rico con el vampirash y su cristach” nos dejan más preguntas que respuestas. ¿Qué es una Cristach? ¿Una bebida? ¿Un personaje? ¿Una dimensión paralela?
Lo más preocupante no es el desatino musical en sí, sino lo que representa. Mientras el pueblo cubano lidia con apagones, escasez y salarios de miseria, Sandro sigue en su burbuja dorada, derrochando privilegios y tiempo libre. Es como ver a alguien haciendo TikToks en la cubierta del Titanic.
Y no es la primera vez. Hace poco lo vimos soltando monólogos desde piscinas vacías y ruinas estilo postapocalíptico, pidiendo nueve cervezas diarias “por salud” o invitando a “fumarse un tabacach en mi honor” por el Día de los Padres. ¡Una locura tras otra!
Pero ojo: detrás de la risa también hay rabia. Muchos cubanos ven en Sandro un símbolo del insulto institucionalizado. Es el retrato viviente de una élite que nunca ha rendido cuentas, que vive por encima de todos, y que incluso cuando “critica” al sistema, lo hace desde la inmunidad que le da su apellido.
“La Cristach” no es solo una canción fallida. Es otro episodio en el reality-show de un personaje que representa lo más grotesco del privilegio. Un tipo que juega a ser artista mientras la gente en la isla hace colas eternas por un poquito de pollo.