La comunidad cubana vuelve a estremecerse con una tragedia que pone el dedo en la llaga sobre la creciente ola de violencia e inseguridad que azota al país. Esta vez, el golpe fue directo al corazón de Ranchuelo, donde fue hallado sin vida Geosvany Fidel Rivalta, un joven taxista que había sido reportado como desaparecido.
Geosvany salió rumbo a Matanzas al volante de un Peugeot 301 gris, con chapa de turismo T-023092, y nunca más se supo de él. La angustia creció con los días y, tristemente, la búsqueda terminó con la peor de las noticias: su cuerpo fue encontrado en las cercanías de Jovellanos, ya en avanzado estado de descomposición, según publicó en Facebook el usuario Guillermo Rodríguez Sánchez, quien había estado activamente compartiendo la información de la desaparición.
“Con gran pesar acabo de saber hace unos minutos que Geosvany… fue encontrado sin vida”, escribió Guillermo. El mensaje corrió como pólvora en redes sociales, encendiendo el duelo y la indignación.
Todo apunta a que Geosvany fue víctima de un asalto brutal y que perdió la vida el mismo día que desapareció. Hasta este momento, el carro que manejaba sigue sin aparecer, alimentando la sospecha de que su asesinato fue premeditado y que pudo haber sido parte de una red delictiva activa en las carreteras del país.
El dolor de la familia es inconmensurable, más aún porque Geosvany estaba a punto de convertirse en padre. Días antes de su desaparición, se preparaban para celebrar la revelación del sexo del bebé. Lo que debía ser un momento de alegría, hoy es solo llanto y luto.
Este crimen no es un hecho aislado. Cada vez más choferes en Cuba levantan la voz, hartos de ser blanco fácil de los delincuentes, sobre todo en un país donde la inseguridad crece y el régimen solo responde con propaganda o silencio. La sensación de abandono es palpable entre los trabajadores del transporte, quienes ya no confían en que las autoridades estén realmente del lado del pueblo.
El caso de Geosvany es una alerta roja, una más, en un contexto donde los crímenes violentos se multiplican mientras el aparato represivo del Estado se enfoca en perseguir opositores y callar voces críticas, en lugar de proteger a los ciudadanos de a pie.
Desde este espacio, nos unimos al dolor de la familia y exigimos que este crimen no quede impune. Que se investigue, que se actúe y que no se maquille la verdad con los mismos discursos vacíos de siempre. Cuba no necesita más promesas: necesita justicia.