En Cuba, la violencia dentro del Servicio Militar Obligatorio sigue saliendo a flote, esta vez con un nuevo video que ha desatado indignación total en las redes. La grabación, supuestamente tomada en una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en Guantánamo, muestra a un joven soldado con la cabeza cubierta por un barril azul, mientras lo obligan a soportar una carga excesiva en una postura de castigo.
El abuso es evidente y descarado, y lo más alarmante: es solo la “segunda parte” de una serie de videos publicados en la cuenta de TikTok Reflexion.life71, donde se vienen denunciando prácticas de tortura disfrazadas de disciplina.
Mientras el régimen calla, el pueblo grita
Este nuevo episodio se suma a otro video reciente que causó conmoción: un adolescente flaco, visiblemente agotado, es obligado a hacer cuclillas mientras carga un objeto pesado, y además es pateado sin piedad. Las imágenes, presuntamente filmadas en una unidad de infantería en San José, evidencian la crueldad con la que el sistema militar cubano trata a sus propios jóvenes.
El periodista Magdiel Jorge Castro fue contundente al compartir su experiencia: “Quienes pasamos por el Servicio Militar sabemos que esto es apenas una muestra del infierno real”.
Usuarios en redes sociales no tardaron en identificar al supuesto oficial responsable del maltrato. Un testigo que prefirió el anonimato lo describió como “un abusador de marca mayor”, acostumbrado a maltratar y humillar a los reclutas para imponer su “autoridad”.
El humor también se une a la denuncia
Incluso el popular humorista Andy Vázquez alzó su voz, y no precisamente con chistes: denunció que el joven recluta en el video podría haber muerto tras ser empujado violentamente mientras cargaba peso. “Detrás de estos abusos está el alto número de suicidios que ocurren durante el Servicio Militar”, advirtió, dejando claro que lo que se vive en esas unidades no es formación, sino terror.
Silencio oficial y cero consecuencias
Pese a las evidencias, las autoridades del régimen siguen actuando como si nada pasara. No hay investigaciones públicas, ni sanciones visibles, ni una mínima muestra de interés por la integridad de esos muchachos que, por ley, están obligados a servir a un sistema que los maltrata y los descarta como si fueran piezas viejas de un engranaje oxidado.
La represión no es nueva, ni es casual
Este no es un hecho aislado. En mayo, dos reclutas murieron atropellados por una guagua en la Zona Especial del Mariel. Ese mismo mes, Léster Álvarez, otro joven en servicio, apareció muerto tras un supuesto suicidio en la prisión de Ariza. Y cómo olvidar a Adrián Rodríguez García, el adolescente que falleció atropellado mientras tenía permiso de salida. Nadie asumió responsabilidades. Nadie fue investigado.
Desde la tragedia de los supertanqueros en Matanzas, donde murieron cuatro reclutas usados como carne de cañón sin entrenamiento, las campañas contra el Servicio Militar han crecido como espuma. Madres y padres se han unido con fuerza, gritando que ya basta, que sus hijos no son esclavos, ni carne de represión.
En Cuba, ser joven y vestir uniforme significa jugarse la vida bajo la sombra de un régimen que lo exige todo y no protege nada. Y cada nuevo video que sale a la luz, cada historia de abuso que se conoce, es una nueva bofetada a la falsa imagen de “formación patriótica” que el castrismo intenta venderle al mundo.
Porque lo que ocurre en esas unidades no es disciplina. Es tortura. Y el pueblo cubano lo sabe.