La carretera en Cuba se ha vuelto una ruleta rusa. Cada día que pasa, subirse a un carro o esperar en una esquina puede convertirse en una sentencia de muerte. Y esta semana, dos nuevos accidentes de tránsito estremecieron al país, dejando víctimas, dolor y muchas preguntas sin respuestas.
En Holguín, específicamente en la vía de Guardalavaca, un choque entre un Geely blanco y una camioneta amarilla dejó a un hombre herido. El auto era conducido por el pastor Yerandis, miembro de la iglesia de Yaguajay, Chorro de Maíta, perteneciente a las Asambleas de Dios.
Según se reportó en redes sociales, el pastor sufrió lesiones en la cabeza, la pierna y la columna. Fue trasladado con urgencia a un centro médico. El chofer de la camioneta, de identidad aún desconocida, resultó sin heridas de consideración. Hasta el momento, las autoridades no han dado la cara para explicar cómo ocurrió el siniestro.
Pero si eso fue alarmante, lo que pasó en Pinar del Río el pasado viernes 20 de junio fue directamente una pesadilla.
Una rastra descontrolada arrasó con la vida de cuatro personas que estaban tranquilamente en la acera, frente a su casa, en el kilómetro 2 de la carretera a Luis Lazo. Murieron en el acto una niña de solo 9 años, una joven embarazada de 24, un joven de 21 y una señora de 53 años.
El dolor no termina ahí. Una niña de 10 años y un joven de 23 resultaron gravemente heridos y siguen luchando por sus vidas. El impacto dejó una escena dantesca y a toda una comunidad hundida en la tristeza.
Un día antes, el 19 de junio, otra tragedia ocurrió en Santiago de Cuba, cuando una pipa llena de aceite volcó en la carretera de El Cobre. Una persona perdió la vida y dos más quedaron heridas.
¿Cuántas más tienen que morir para que el régimen actúe?
Las causas de estos accidentes, aunque muchas veces se ocultan o se maquillan, son un secreto a voces en Cuba: carreteras destruidas, vehículos sin mantenimiento, falta de señalización y una infraestructura vial en ruinas. Y, por supuesto, un Estado incapaz de garantizar la seguridad más básica para sus ciudadanos.
Mientras tanto, la vida en la isla se sigue apagando a golpe de ruedas y negligencia. Los partes oficiales, si es que llegan, se enfocan en los muertos y heridos, pero nunca en la raíz del problema.
La realidad es clara: en la Cuba de hoy, no hay transporte digno ni seguro, y salir a la calle es una apuesta constante con la muerte.
