El Gobierno cubano volvió a pasarse de cínico y esta vez lo hizo con aroma a café. En plena crisis económica y con el grano convertido en un lujo en los hogares cubanos, el régimen decidió lanzar una edición especial de café “510 Aniversario” para celebrar la fundación de Santiago de Cuba. El problema no es solo la ridiculez simbólica, sino la burla descarada a un pueblo que lleva meses sin ver ni una onza del producto en su libreta.
El show propagandístico fue promovido por TV Santiago a través de Facebook, donde celebraron la supuesta hazaña de la empresa mixta BioCubaCafé, que se armó un evento en un cafetal restaurado y sacó su nueva línea con bombos, platillos y mucho discurso, pero poco compromiso real con el cubano de a pie.
Allí estuvo presente Omar López Rodríguez, el “conservador de la ciudad”, quien se puso nostálgico hablando de los cafetales con influencia haitiano-francesa del siglo XVIII. Como si eso sirviera hoy para llenar una taza en la mañana.
Michele Curto, presidente de BioCubaCafé, también sacó pecho diciendo que el producto será para los santiagueros antes que para la exportación. Pero acto seguido, aclaró que la venta será digital, limitada y solo en tiendas específicas. Y claro, cada paquetico de 125 gramos costará 300 CUP, como si ese café fuera oro molido.
¿Y el resto del país? Bien gracias.
Mientras tanto, el cubano común sigue haciendo magia con lo que aparece: café mezclado con chícharo o importado a precios absurdos en MLC. Todo mientras BioCubaCafé, con el respaldo del grupo Lavazza, exporta alegremente a más de 40 países.
Y por si fuera poco, anuncian con orgullo que este año abrirán una nueva torrefactora en Contramaestre con “estándares europeos”. Muy bonito todo, pero en abril apenas cumplieron el 65 % del plan de producción cafetalera en Santiago, como reconocieron en la Asamblea Provincial de la ANAP. O sea: más fachada que resultados.
¿Quién se toma ese café?
La narrativa oficial insiste en que la exportación no está en contradicción con el mercado nacional. Pero en la calle, la realidad es otra. El grano desaparece de las bodegas por meses, y cuando llega, es justo en fechas claves como el 1ro de mayo, para apaciguar ánimos con un poquito de “aroma revolucionario”.
En Holguín, por ejemplo, dos cubanos fueron arrestados en mayo con más de 1,000 libras de café en un carro rentado, lo que deja claro que el mercado informal crece a costa de la incapacidad del Estado. Como ironizó el perfil Cazador-Cazado (afín al MININT): “¿Dónde iban que ya no van?”
Esa misma semana, una joven holguinera publicó emocionada en TikTok que, por fin, después de cinco meses sin café, había llegado a su bodega. “Esto parece mentira… pero viene el primero de mayo y hay que tenernos contentos”, soltó sin filtro.
Mientras el régimen saca café con nombre de aniversario, la mayoría de los cubanos ni lo huele.
No se trata solo de un problema de abasto. Se trata de un sistema que prioriza el espectáculo por encima del bienestar, que celebra “conquistas simbólicas” mientras las cocinas siguen vacías y las promesas son puro humo.
Cuba no necesita más café conmemorativo. Necesita transparencia, distribución justa y respeto por un pueblo que, incluso sin azúcar, sigue echando pa’lante.
