Mientras el campo cubano se hunde en abandono, el régimen vuelve a armar su show de promesas, esta vez desde Minsk. Una fábrica bielorrusa se comprometió a mandar 50 tractores a Cuba en lo que queda de 2025, como si con eso bastara para resucitar un sector agropecuario que lleva décadas en cuidados intensivos.
La noticia la soltaron con bombos y platillos durante el tour del gobernante Miguel Díaz-Canel por Bielorrusia, donde aprovechó para posar entre fierros pintados de rojo y sonreírle a las cámaras mientras escuchaba al director de la Planta de Tractores de Minsk, Serguéi Avramenko, decir que “este año planeamos suministrar al menos 50 equipos terminados”.
Suena lindo en los papeles, pero lo cierto es que el campo cubano no necesita promesas, necesita revolución… pero de verdad, no de discurso.
Maquinaria vieja, campo muerto
La ironía es brutal. Según Avramenko, Cuba todavía usa equipos con más de medio siglo de uso: “Tenemos tractores de hace 30, 40 y hasta 50 años que aún funcionan”, dijo orgulloso. Lo que para él es una muestra de “calidad”, para cualquier guajiro cubano es una señal clara del estancamiento brutal que arrastra el país.
Y aunque el Twitter de la Presidencia se llenó de flores, contando que ya se ensamblaron 12 tractores Belarús 321 m y que “otros 42 están por llegar”, la verdad es que ni sumando los 50 se resuelve el desastre agrícola que hay en la isla, donde falta desde fertilizante hasta fuerza de trabajo, porque los campesinos —los que quedan— están huyendo a la ciudad o al extranjero.
¿Tractores para producir o para el show?
Aunque la propaganda insiste en que esto es “un impulso para el desarrollo”, ni siquiera está claro si estos tractores van realmente para los campos. El propio director bielorruso explicó que algunos equipos podrían usarse en construcción o en industrias forestales, no necesariamente en agricultura.
Y eso nos deja la gran pregunta: ¿quién va a manejar esos tractores? ¿Los campesinos de verdad o los militares disfrazados de empresarios del GAESA?
¿Y con qué se van a pagar? Ron, café y aspirinas
Aquí es donde el tema se vuelve tragicómico. En lugar de soltar un peso, el régimen cubano vuelve a pagar a trueque, como si estuviéramos en la Edad Media. Según medios bielorrusos, ya hay acuerdos para intercambiar tractores por medicamentos, ron, café o cacao. El detalle es que ni siquiera Cuba logra garantizar su propia producción de esos productos por falta de insumos.
Entonces, ¿con qué van a pagar? ¿Con los pocos sacos que logran cosechar a duras penas los campesinos? ¿O será otro negocio entre elites que se lucran a espaldas del pueblo, como siempre?
La transparencia, ausente como el pan en la bodega
Lo más preocupante es que nadie sabe exactamente cuántos productos se darán a cambio, a qué precio ni quién gestiona esa operación. Todo queda entre manos del Estado cubano y holdings extranjeros, sin control ciudadano ni rendición de cuentas. La receta perfecta para la corrupción con uniforme verde olivo.
Y aunque los tractores lleguen, los precios ya han demostrado que no son para el pueblo. En 2021, el régimen comenzó a venderlos en tiendas en MLC. Un agricultor habanero confesó que los precios rondaban entre 14 mil y 27 mil USD. Imposible para el cubano de a pie, que ni en 20 años de trabajo honrado puede reunir ese dinero.
Otra jugada del castrismo para hacer bulla, sin resolver nada
Lo cierto es que estos 50 tractores no son más que otra cortina de humo, una manera de inflar titulares y aparentar que algo se mueve. Pero los surcos siguen vacíos, los anaqueles desiertos y el plato del cubano cada vez más triste.
Porque al final, sin combustible, sin piezas, sin insumos y sin guajiros… ni el mejor tractor del mundo puede sacar a Cuba del hueco.