El humo se alzó este miércoles en Manzanillo, provincia de Granma, dejando al menos tres viviendas calcinadas en plena zona urbana. El incendio, que ocurrió en la calle Villuendas, entre San Silvestre y Caridad, sacudió a un pueblo que ya está exhausto por la crisis eléctrica, el calor y la desesperanza.
La emisora oficialista Radio Granma fue la primera en dar la noticia a través de Facebook, aunque, como ya es costumbre, no ofrecieron ni una palabra sobre posibles víctimas ni sobre lo que provocó el siniestro. Todo fue vago, superficial, casi como si les doliera contar la verdad.
Cocinas con carbón en pleno 2025: el retrato del atraso
El periodista del sistema José Ortiz Benet, también desde Facebook, confirmó que no hubo fallecidos, aunque los daños materiales fueron grandes. Según él, los vecinos —como siempre— pusieron el pecho junto a los bomberos para apagar las llamas. Un gesto valiente que contrasta con la indiferencia de quienes gobiernan desde sus oficinas refrigeradas en La Habana.
Aunque el régimen sigue evitando decir las cosas por su nombre, el pueblo ya no se traga cuentos. En redes sociales, muchos usuarios apuntaron directo al corazón del problema: la gente está cocinando con carbón y leña porque no hay electricidad ni gas, y eso, tarde o temprano, trae tragedias.
Tomas Luis Del Arco lo dijo sin rodeos: «Eso es porque las personas están cocinando con carbón y otras sustancias, imágenes de un país en decadencia y un municipio que fue en su momento próspero».
Y Yoandris Atencio fue más allá: «¡Qué tristeza! Mi pueblo, sin corriente más de 20 horas diarias y cocinando con leña en pleno siglo 21, y ahora, perderlo todo».
El fuego que brota de la negligencia
En la Cuba de hoy, donde el régimen se niega a aceptar que el país está colapsando por dentro, cocinar se ha vuelto un acto de riesgo. Sin corriente, sin alternativas, sin futuro, muchas familias en el oriente cubano tienen que apañarse con lo que haya —y eso, casi siempre, significa fuego directo.
Y esto no es un caso aislado. Hace poco en Santiago de Cuba, otro incendio arrasó un apartamento entero. ¿La causa? Una olla encendida durante un apagón. No hubo muertos, pero la familia perdió su casa y todo lo que tenía. En La Habana, en pleno Alamar, se vivió una escena similar: fuego, caos y pérdidas materiales en medio de otra noche oscura, sin luz y sin soluciones.
El problema no es el carbón, es el abandono
Lo más triste no es solo que la gente esté cocinando con métodos del siglo XIX, sino que el régimen pretende seguir como si nada pasara, como si estos incendios fueran casualidad o simples accidentes.
Pero detrás de cada chispa, hay una historia de abandono, de miseria y de promesas rotas. Hay madres que se las ingenian para darle algo caliente a sus hijos, aún sabiendo que pueden incendiarse. Hay abuelos que prenden fogones improvisados bajo techos de madera. Hay un pueblo que, mientras la cúpula se reparte el pan caro y los discursos huecos, arde en la miseria más literal.