En un nuevo capítulo de la desidia ambiental en Cuba, Alexei McIntosh reportó que este miércoles técnicos de la Petrolera del Centro lograron detener un vertimiento de crudo que brotó de una vieja tubería abandonada en Cárdenas. El derrame, aunque pequeño, alcanzó un estero cercano al puente de Playa Larga, preocupando a la gente por el posible impacto en la zona de baño.
Estas cañerías llevan casi dos décadas fuera de uso, pero aún guardan restos de petróleo que, por su densidad, se aferran al interior y siguen filtrándose con el tiempo. Las primeras sospechas apuntan al desgaste por corrosión, aunque tampoco se descarta que alguien le haya dado una manito al asunto.
Según Frank Padrón, intendente local, lo que urge ahora es frenar la mancha antes de que llegue al litoral cardenense. Una misión que refleja la crudeza de un problema antiguo: infraestructura abandonada, riesgo ecológico y un régimen que prefiere mirar pa’ otro lao.
Una historia que se repite: más desastres y más excusas
Cuba no es nueva en este guion trágico. El pasado mayo un tanque de fuel oil en la antigua termoeléctrica José Martí, en Matanzas, sufrió una fuga que involucró los depósitos desactivados desde 2015. Los residuos quedaron contenidos, pero revelaron la fragilidad de plantas y ductos que no se han atendido en años.
En julio de 2024, otro derrame se filtró en la Bahía de Matanzas, esta vez por un ducto inactivo en Cárdenas: se estimaron entre 30 y 32 m³, de los cuales 6 a 8 m³ llegaron al agua. Aunque las fuentes estatales afirmaron que no había manchas visibles, el daño era evidente.
Y no hay que olvidar los episodios más dramáticos: el incendio del 5 de agosto de 2022 en la terminal de Matanzas, cuando un rayo desencadenó explosiones en tres tanques, dejando al menos 17 bomberos muertos, decenas de heridos, miles evacuados y una humareda que llegó a La Habana. La respuesta fue lenta, con ayuda de México y Venezuela mientras el régimen reclamaba apoyo de EE.UU.
Y en diciembre de 2024, un choque de trenes en Sancti Spíritus volcó cerca de 60 000 litros de crudo, pintando de negro suelos, árboles y ecosistemas enteros. Los obreros petroleros lidiaron con condiciones infernales para recuperar el combustible.