Más de 45 mil estudiantes universitarios en Cuba han sido «habilitados» para entrar en el famoso plan sectorial de ETECSA, según anunció la propia empresa en sus redes. Una cifra que, lejos de ser motivo de orgullo, huele más a control que a beneficio real.
“Las líneas móviles de más de 45 mil estudiantes han sido habilitadas para comprar su plan sectorial”, publicó ETECSA en X, como si estuviera haciendo una gran obra social, cuando en realidad solo intentan apagar el fuego que ellos mismos encendieron con su abusivo tarifazo.
Esta nueva estrategia, impulsada a todo vapor desde las universidades, exige que el estudiante sea mayor de edad, esté aprobado por su centro de estudios y tenga la línea a su nombre. Y si no es así, pues toca hacer un papeleo para cambiar la titularidad, que supuestamente se puede hacer en las mismas universidades o en las oficinas comerciales de ETECSA. Claro, eso si tienes suerte y el sistema funciona.
Un parche caro para una crisis profunda
Desde que se anunció el tarifazo el pasado 30 de mayo, los estudiantes han sido uno de los sectores más críticos con ETECSA. Y con razón. La conectividad en Cuba ya era un privilegio, y ahora es casi un lujo reservado para unos pocos.
La presidenta de ETECSA, Tania Velázquez Rodríguez, salió en la Mesa Redonda a calmar las aguas, prometiendo un “paquete extra” de 6 GB para los universitarios. O sea, ahora los muchachos pueden comprar hasta 12 GB al mes por 720 CUP, si es que pueden. Porque la mayoría apenas tiene para sobrevivir.
¿Y eso es una solución? Para muchos jóvenes, es solo maquillaje. El problema de fondo sigue ahí: servicios caros, lentos, y en manos de un monopolio que no rinde cuentas a nadie.
Estudiantes alzan la voz: “No nos representan”
El descontento fue creciendo. Primero en la CUJAE, donde los estudiantes pidieron alternativas reales: planes diferenciados, subsidios, algo que se ajustara a la miseria que vive el cubano promedio. Luego vino el eco en otras facultades, como la Universidad de La Habana, donde los estudiantes de Matemática y Computación denunciaron públicamente que la solución que les vendieron era más de lo mismo.
Y el punto de ebullición llegó en la Facultad de Humanidades, donde los estudiantes fueron más lejos: exigieron la renuncia del presidente de la FEU. Lo acusaron de ser un títere del sistema, de no representar los intereses de los jóvenes, y de cerrar filas con quienes imponen medidas sin consultar a nadie.
Esa escena marcó una ruptura clara entre el estudiantado y los canales oficiales de representación, dejando en evidencia lo que muchos ya sabían: que en Cuba, ni siquiera los estudiantes tienen derecho a organizarse libremente.
Un paro que no fue, pero que sí dolió
Desde la Facultad de Matemática surgió la propuesta de un paro académico, una bomba silenciosa que puso a temblar a las autoridades. Aunque el paro fue desconvocado tras presiones y “negociaciones internas”, el mensaje quedó claro: los jóvenes no están dispuestos a seguir tragando en silencio.
El proceso culminó con una reunión entre la FEU nacional y ETECSA, donde los estudiantes entregaron 40 propuestas concretas. Pero, como es de esperar en un sistema donde las decisiones vienen de arriba y los de abajo solo aplauden, nadie sabe si esas propuestas llegarán a algo o terminarán empolvadas en algún buró del Ministerio de Comunicaciones.
La juventud cubana está despertando. Y ETECSA, en vez de escuchar, reparte migajas digitales para mantenerlos tranquilos.
Pero el mensaje ya está en la calle, en las aulas, en los grupos de WhatsApp, en los pasillos de las facultades: la generación que viene no se deja engañar tan fácil. Y no hay paquete de datos que les haga olvidar que tienen derecho a una Cuba con voz, con conexión y con futuro.