Desde el humor que siempre lo ha caracterizado, Mario Sardiñas, más conocido como Chequera, volvió a hacer de las suyas en Instagram. Pero esta vez, el chiste tiene poco de gracioso. En un video corto pero demoledor, el icónico personaje de Vivir del Cuento agarra su cheque de jubilación y lanza, con ironía punzante: “El salario es como la corriente… viene y se va”.
Y no está exagerando.
Con apenas 1,600 pesos en la mano, el actor cuenta que pasó cinco días haciendo cola frente a un cajero automático. Cinco días para cobrar una miseria. Y cuando por fin logró sacar el dinero, apenas le alcanzó para unas pocas cositas: un poco de aceite, unos caramelos “chupa chupa”, sazón completo y algo de pan. Al final, le quedaron 200 pesos… que ya los debía por una cerveza que se tomó en medio del estrés.
“La única forma de sentirse cerca del dinero en Cuba es estar cerca del cajero”, dice Chequera, con esa risa que esconde una verdad demoledora: la vejez en Cuba se ha vuelto un castigo.
Solo y arrinconado en su propia tierra
Tras la cancelación forzosa del programa Vivir del Cuento, Sardiñas se quedó solo en la isla. El elenco, uno a uno, ha ido saliendo del país. Andy Vázquez, Omar Franco, Chacón, Marlon Pijuán y más recientemente Luis Silva (Pánfilo), decidieron buscar nuevos horizontes. Pero él sigue en Cuba, como muchos, resistiendo en medio del abandono.
Y ese abandono no es solo profesional. Es el reflejo crudo de lo que vive la tercera edad en la isla.
Vejez con hambre, colas y humillación
Chequera no es el único que levanta la voz. La periodista jubilada Iraida Calzadilla publicó en Facebook una foto desde el banco de Zanja, donde aparece tirada en la acera esperando cobrar lo que le toca. “Como cada mes: tirada en el quicio de cualquier banco, para cobrar la cantidad que quieran de mi jubilación, porque ni siquiera la dan completa”, escribió, dejando al descubierto una práctica denigrante.
Otra colega, Yirmara Torres, no tardó en apoyarla. “Ella, como tantos jubilados, vive una odisea para cobrar su pensión. Y eso es en La Habana… ¡imagínate el resto del país!”, comentó con impotencia.
Y tiene razón. En Santiago de Cuba, ancianos duermen en portales y aceras esperando cobrar sus cheques. En Matanzas, los empujones y gritos en los bancos ya son el pan de cada día. Y en todo el país, lo que se repite es una red bancaria inservible, cajeros vacíos, colas interminables y una falta de respeto sistemática hacia quienes más han trabajado por esta nación.
¿Qué dice el régimen? Que sí hay dinero.
Pero la realidad habla más alto: más del 39% de los jubilados en Cuba reciben menos de 1,528 CUP al mes. Y con la inflación disparada, eso no alcanza ni para un cartucho de arroz.
El supuesto plan de “bancarización”, impuesto desde arriba como si fuera la salvación, ha sido un desastre rotundo. Los viejitos pasan horas bajo el sol, sin baños, sin sillas, sin agua, esperando cobrar lo que es suyo. A veces logran sacar algo. A veces no hay efectivo. A veces los mandan para su casa con las manos vacías.
Ser viejo en Cuba hoy es sinónimo de abandono, de pobreza, de lucha diaria.
Y ahí, en ese escenario patético, aparece Chequera, con una sonrisa cansada y una denuncia disfrazada de humor. Porque detrás del chiste, lo que hay es una generación entera traicionada por un sistema que se vendió como justo y terminó siendo una estafa.
