Mientras el régimen cubano se llena la boca hablando de “igualdad” y “derechos de la mujer”, en los barrios olvidados de Cuba siguen matando a nuestras jóvenes… y el Estado, como siempre, mira para otro lado.
Esta vez la tragedia golpeó en Songo La Maya, Santiago de Cuba, donde Leysi Liettis Cascaret Casero, una muchacha de solo 22 años y recién parida, fue asesinada brutalmente por su pareja, el mismo que era padre de su bebé de apenas 45 días.
La historia se repite, pero no por eso duele menos. Leysi fue estrangulada por Gustavo Ortiz Velázquez, según denunció su propia familia. Su tía, Lis Arianna, gritó en redes sociales lo que muchos callan por miedo: “La mató el padre de su hija. Una puérpera, con un mes y medio de parida. Él la ahorcó”.
La policía no actúa, encubre
Como siempre que el crimen toca a una mujer, la policía del régimen se apura más en encubrir que en proteger. La tía de Leysi también denunció que las autoridades “enmascaran al asesino”, intentando suavizar los hechos o dilatar el proceso. ¿Hasta cuándo van a seguir protegiendo a los agresores?
Vecinas del lugar contaron a CubaNet lo que pasó en realidad. “Él le dio golpes, la ahorcó, y cuando vio que se había desmayado, se asustó. Esperó un rato y luego la llevó al policlínico, como si estuviera intentando ayudarla. Pero ya era tarde”.
El show del agresor no engañó a nadie. Fingía preocupación mientras fumaba nervioso en la puerta del centro de salud, mientras dentro los médicos trataban, sin éxito, de salvarle la vida a Leysi. La autopsia no dejó dudas: golpes, hematomas y signos claros de estrangulamiento.
Una bebé huérfana y un país que no protege
Lo más desgarrador de todo esto es la niña. Con apenas mes y medio de nacida, ha quedado huérfana de madre y con un padre preso por asesinato.
“Todavía la estaba amamantando. Ese mismo día, cuando mataron a su mamá, se escuchaban los gritos de la niña. Es algo que no se puede olvidar”, dijo entre lágrimas una vecina del barrio.
Leysi, estudiante de Ciencias Médicas, tenía toda una vida por delante. Pero en una isla donde la violencia de género se combate con consignas vacías, su historia terminó como la de tantas otras: con dolor, con impunidad y con silencio institucional.
Cifras que duelen y leyes que no llegan
Este no es un caso aislado. Es otro feminicidio más en una larga lista que ya es insostenible. Hasta mayo, las plataformas independientes YoSíTeCreo en Cuba y el Observatorio de Género de Alas Tensas confirmaban al menos 15 feminicidios en 2024, y seis más en investigación. El año pasado cerró con 55. ¿Y cuántos más no se reportan?
Detrás de cada una de estas muertes hay niños huérfanos, familias rotas y una sociedad llena de miedo. Mientras tanto, el Estado sigue sin aprobar una Ley Integral contra la Violencia de Género, ignorando los reclamos de activistas y expertas.
“La ausencia de una ley deja a las mujeres y a los menores a la deriva”, han dicho desde los colectivos feministas. Y es la pura verdad: en Cuba, ser mujer es estar desprotegida frente al machismo, la impunidad… y el silencio del poder.
¿Cuántas Leisy más tienen que morir para que hagan algo? ¿Cuántos bebés más deben quedarse sin madre para que reaccionen?
La respuesta, como siempre, se pierde entre discursos vacíos y propaganda oficial. Pero desde la calle, la gente ya no se calla. Y tampoco olvida.