En una Cuba donde los apagones revientan la paciencia del pueblo y las carencias se multiplican, el ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda, salió a justificar lo injustificable: los hoteles tienen corriente, porque el turismo no puede pararse.
Sí, leíste bien. En una entrevista con El País, el funcionario soltó que los cortes eléctricos no afectan a los turistas porque los hoteles tienen sus propios generadores, gracias a una jugosa inversión del Estado. Mientras medio país cocina con leña y suda en la oscuridad, los turistas disfrutan de aire acondicionado sin interrupciones.
Solo en 2024, casi el 12 % de las inversiones públicas se destinaron a hostelería y restauración, según la ONEI. Una cifra que da rabia, teniendo en cuenta que ni hospitales ni panaderías tienen asegurada la luz, pero los hoteles de lujo sí.
«El pueblo sabe que los beneficios del turismo son para amortiguar estos tiempos difíciles», dijo el ministro con cara seria, como si alguien se tragara ya esa historia de que los hoteles benefician al cubano de a pie. El único que se amortigua con eso es el castrismo, que sigue inflando el globo turístico mientras deja al país sin aire.
Las críticas no se hicieron esperar, y como era de esperarse, García Granda sacó la carta de siempre: todo es culpa de “la contrarrevolución y campañas calumniosas”. Porque para el régimen, cuestionar el absurdo es traición.
Turismo blindado, pueblo apagado
El ministro fue más lejos. Dijo que el consumo eléctrico del turismo “no necesariamente es el de la población”. No necesariamente, dice él, como si el cubano no tuviera ojos para ver la oscuridad en su casa y la luz de neón en los hoteles.
También habló de la caída del turismo internacional, que se desplomó de 4.7 millones de visitantes en 2017 a apenas 2.2 millones en 2024. Le echó la culpa a la pandemia y a Trump, pero ni una palabra sobre el deterioro brutal del país, los servicios por el piso y la inseguridad creciente.
Ahora quieren pescar turistas en China, Rusia y Turquía. El ministro anunció vuelos directos a Pekín, eliminación de visado para chinos y hasta una propuesta para copiar algo parecido al espacio Schengen en el Caribe. Mientras el cubano ni siquiera puede salir del país sin permiso y pagar una fortuna por un pasaporte.
También vendió una nueva ruta aérea entre Barranquilla y Santiago de Cuba que arranca en julio, justo para el Festival del Caribe. Según él, eso ayudará a que “los colombianos conecten con el valor cultural cubano”. Lo que no dijo es que los santiagueros estarán conectados… al apagón.
Relaciones con EE.UU.: más quejas y menos soluciones
García también se refirió a las tensiones con Washington. Dijo que quieren buenas relaciones con el pueblo estadounidense, pero volvió a culpar al Gobierno de EE.UU. por las trabas al turismo. Según él, prohibirle a los ciudadanos que viajen es irracional. Lo curioso es que en Cuba, quien quiera salir del país también necesita una buena dosis de «racionalidad revolucionaria»… y dólares que no existen.
Mientras otros destinos del mundo están repensando su modelo turístico, Cuba sigue apostando al turismo como tabla de salvación. El ministro incluso afirmó que el desarrollo turístico está «basado en la ciencia», y puso como ejemplo la conservación de playas. Eso, en una isla que ni siquiera puede conservar la mantequilla en los mercados.
La propaganda vs la realidad
En la Feria Internacional de Turismo, García se mostró optimista. Dijo que la temporada de invierno 2025-2026 marcará la recuperación. Esto, después de que el turismo cayó casi un 30% solo en el primer trimestre del año.
La narrativa oficial es clara: el turismo es la salvación, aunque los cubanos vivan a oscuras, sin agua, sin comida y sin esperanza. Mientras se destinan millones a mantener hoteles brillando, el resto de la isla se hunde en un apagón que no es solo eléctrico, sino también moral y político.