El régimen cubano, en su eterno juego de maquillajes y anuncios rimbombantes, acaba de soltar una nueva resolución –la número 169 del Ministerio de Finanzas y Precios– con la que pretende venderle al pueblo una supuesta revolución energética. Dicen que están actualizando las reglas del juego para la importación y uso de tecnologías vinculadas a las fuentes renovables de energía. Pero, como ya es costumbre, el contenido es más burocracia que soluciones reales.
Esta normativa, publicada en la Gaceta Oficial No.60, viene supuestamente a respaldar un decreto de hace ocho años y el programa gubernamental para rescatar el maltrecho Sistema Electroenergético Nacional. Sí, ese mismo sistema que se cae a pedazos, mientras el pueblo carga con apagones de más de 20 horas y cocinas paralizadas por falta de corriente.
El cuento del “beneficio”
La medida ratifica una exención de impuestos aduaneros que ya existía desde 2021, permitiendo que las personas naturales puedan importar paneles solares y piezas fundamentales sin pagar aranceles. Ahora, según ellos, también se beneficiarán las personas jurídicas, y se amplía el catálogo de productos con ventajas arancelarias.
Agregan cargadores para carros eléctricos y equipos para procesar biomasa, pero con la condición de que todo entre separado, bien identificado y fuera del valor total del equipaje. Porque aquí, todo trámite tiene que pasar por una montaña de papeles y buena cara ante la aduana, que sigue con las manos llenas de discrecionalidad.
Además, si el producto que tú quieres importar no aparece literalmente en el listado del anexo, hay que escribirle una carta al mismísimo Ministro de Finanzas para ver si se digna en concederte el beneficio por resolución. Una odisea más que un incentivo real.
Bonificaciones a medias y promesas con letra pequeña
Dicen también que los proyectos de energía limpia, tanto estatales como privados, seguirán gozando de ciertas exenciones, como la del Impuesto sobre Utilidades por ocho años. Pero eso sí, tienes que pasar por el filtro de la ONAT y presentar un dictamen técnico de ONURE, dos instituciones bien conocidas por hacer las cosas al ritmo del letargo burocrático cubano.
Sobre el papel, parece que se están dando pasos para incentivar las energías limpias. Pero en la práctica, todo sigue atado a la centralización, la discrecionalidad y un control enfermizo del aparato estatal sobre lo que se puede y no se puede hacer. No hay transparencia, ni reglas claras, ni garantías de acceso justo para todos los actores.
El mismo sol, el mismo cuento
En 2021, en plena resaca de las protestas del 11J, el régimen anunció que permitiría traer paneles solares, calentadores, biodigestores y otros equipos sin pagar impuestos. Claro, eso no fue por amor al medioambiente, sino para calmar un poco el descontento popular en medio de una crisis energética brutal.
Cuatro años más tarde, el panorama no ha mejorado, sino que se ha agravado, con termoeléctricas fundidas, escasez de combustible, apagones diarios y una población cada vez más harta. Aun así, las autoridades siguen apostando al sol como tabla de salvación, mientras menos del 5% de la energía nacional proviene de fuentes renovables.
El presupuesto para 2025 dice que se priorizarán las inversiones en este sector. Incluso han inaugurado varios parques solares en los últimos meses. Pero el cubano de a pie sigue en penumbras, literalmente, sin notar ninguna mejora tangible. En las redes sociales, la gente no se traga el cuento y muchos comentan con sorna que la única energía que parece generar el gobierno es propaganda.
Más promesas, menos corriente
Díaz-Canel, con su guión reciclado, asegura que este año se instalarán paneles que aportarán 500 MW de energía, y que para finales de 2025 habrá 55 parques solares generando hasta 1,200 MW. Pero todo ese despliegue tiene un problema que ellos tratan de esconder: no hay baterías suficientes para almacenar la electricidad. Eso significa que solo habrá corriente mientras haya sol. Y cuando caiga la noche, que es cuando más se necesita, la oscuridad seguirá reinando en la mayoría de los hogares cubanos.
El régimen cubano, como siempre, apuesta a soluciones de vitrina, más preocupados por mostrar al mundo que hacen algo, que por resolver de verdad los problemas del pueblo. El desarrollo de energías limpias es necesario, sí, pero no puede convertirse en otro espacio de simulación, donde el Estado acapara decisiones, recursos y beneficios, mientras el cubano común sigue cocinando con leña, velas o apagones.