Con el alma desgarrada, la activista cubana Yamilka Lafita —conocida en redes como Lara Crofs— confirmó una noticia que nadie quería escuchar: el pequeño Rafael Junior Chávez Carrera, de apenas ocho meses, falleció en La Habana tras una dura batalla contra una enfermedad hepática que, sin el tratamiento adecuado, acabó por arrebatarle la vida.
“Con profundo dolor compartimos una triste noticia: el pequeño Rafael ha partido. Su cuerpecito no resistió más, pero su ternura, su luz y su valentía quedarán para siempre grabadas en nuestros corazones”, escribió Lara en un emotivo post en Facebook este sábado.
Una lucha contra el tiempo y la indiferencia
Los últimos días de Rafa fueron una carrera contra reloj marcada por el colapso del sistema de salud cubano. El niño, internado en estado crítico en el Hospital William Soler, comenzó a empeorar rápidamente cuando sus riñones dejaron de funcionar y una infección bacteriana severa invadió su pequeño cuerpo.
Apenas 24 horas sin orinar bastaron para confirmar lo peor: el daño renal era irreversible. A pesar del esfuerzo médico con antibióticos y diuréticos, el estado del bebé empeoraba a pasos agigantados. Su sistema neurológico comenzó a verse afectado y los doctores luchaban por evitar un edema cerebral, sin éxito.
Desde que nació, Rafa venía peleando
El diagnóstico llegó temprano: hepatitis neonatal idiopática, una enfermedad rara que, en vez de estabilizarse, se convirtió en una insuficiencia hepática progresiva y severa. Desde los primeros días fue atendido en hospitales de Ciego de Ávila, pero el caso sobrepasó los recursos disponibles y tuvo que ser trasladado a La Habana.
En el William Soler, los médicos fueron claros: Rafa necesitaba un trasplante de hígado urgente, una operación que no se realiza en Cuba. Su madre, Yanet Carrera, era compatible como donante. Lo único que hacía falta era una oportunidad, una salida, un gesto humano de las autoridades para permitirle recibir atención médica fuera del país.
Pero esa ayuda nunca llegó.
Una familia que no dejó de luchar
Durante semanas, la familia del bebé movió cielo y tierra. Pidieron visados humanitarios, enviaron cartas, expusieron el caso en redes sociales, hablaron con medios independientes y apelaron al corazón de miles de personas dentro y fuera de la isla.
El padre, Rafael Chávez, fue contundente en su súplica: “Mi hijo quiere vivir. Necesita vivir. Merece una oportunidad. Soy compatible como donante, pero en este país no se hacen esos trasplantes. La única opción es sacarlo del país cuanto antes”.
En España, médicos del Hospital Universitario La Paz habían expresado disposición para recibirlo, como ocurrió en su momento con la pequeña Amanda Lemus, otra niña cubana que sí logró ser rescatada por la solidaridad internacional.
Pero para Rafa, el reloj corrió más rápido que las respuestas.
Una muerte que sacude y duele
La noticia ha sacudido a toda la comunidad digital que siguió su historia. En las redes, miles de personas compartieron su dolor, su rabia y su frustración. “Rafa no se va del todo”, escribió Lara en su despedida. “Vive en cada gesto de amor, en cada palabra de aliento, en cada intento por salvarlo. Su paso por este mundo, aunque breve, iluminó muchos corazones”.
Su familia, sus amigos, los activistas que no se rindieron… todos coinciden en que Rafa fue un guerrero. Uno muy pequeño, pero valiente como pocos.
Y también víctima de un sistema roto, burocrático, insensible, que no pudo —ni quiso— moverse con la rapidez necesaria para salvar una vida.