Desde algún rincón de Estados Unidos, con el corazón aún a medio camino entre la Isla y la libertad, un cubano rompió el silencio en TikTok y soltó una verdad que muchos comparten pero pocos dicen tan claro: «en Cuba, sí, éramos unos fracasados… pero aquí no». Así de contundente habló Jorge Rodríguez, quien junto a su familia lleva tres años en suelo estadounidense bajo el formulario migratorio I-220A, ese limbo legal que mantiene en vilo a miles de cubanos mientras el gobierno de La Habana los sigue llamando “traidores” o “pan con bistec”.
Con una mezcla de orgullo y desahogo, el hombre no solo celebró el tiempo que lleva en EE.UU., sino que defendió a capa y espada su derecho a quedarse legalmente: “Queremos tener nuestros papeles, queremos tener nuestra residencia, para ser legales, porque aquí hemos venido a trabajar, no a vivir del cuento.”
Libertad, trabajo y resultados reales
Desde que puso un pie en tierra americana, Jorge y su familia se han fajado duro. “Pagando impuestos, cumpliendo las leyes, haciendo lo que hay que hacer”, dice con firmeza. Para él, emigrar no fue una decisión económica, fue un grito de libertad. Y lo demuestra con hechos: tres años después, su familia tiene casa, carros propios, y un hijo que ya recibe ofertas de universidades, aunque todavía no puede aceptarlas por falta de residencia legal.
Mientras en Cuba acumulaba frustraciones, apagones y piezas rusas de motores viejos, en EE.UU. ha conseguido todo trabajando con las manos, el corazón y la cabeza. “Allá tenía que darle más llave a una moto que a una locomotora. Aquí, en tres años, tengo carros pagos y no le debo ni un dólar a ningún banco.” Un contraste brutal que desmonta de golpe la narrativa oficialista.
Díaz-Canel en la mira
El testimonio de Jorge va más allá del relato personal. También le lanza un dardo sin filtro a Miguel Díaz-Canel, por sus recientes declaraciones contra los cubanos emigrados. “Dice que somos fracasados… y en parte tiene razón: éramos fracasados allá, en Cuba. Pero no aquí. Aquí hemos sido capaces de levantar una vida digna, con esfuerzo, sin represión, sin apagones ni consignas huecas.”
Esa frase encierra el sentir de una generación que huyó del control, del miedo, del hambre institucionalizada, y que en tierras ajenas ha conseguido el respeto que en su país les fue negado.
Apoyo al Partido Nacionalista Cubano y a María Elvira Salazar
Rodríguez también aprovechó su mensaje para expresar su respaldo a quienes luchan por los derechos de los cubanos desde el exilio. Agradeció de forma especial a la congresista María Elvira Salazar, una de las voces más activas en defensa de los migrantes con I-220A, y reafirmó su apoyo al Partido Nacionalista Cubano.
El agradecimiento no es gratuito. Salazar ha sido una figura clave en este debate, insistiendo en que quienes no tienen antecedentes penales y trabajan legalmente merecen una vía hacia la residencia permanente. Y es que casos como el de Jorge se repiten cada vez más: cubanos que han abierto barberías, salones de belleza, pequeños negocios, todo mientras viven bajo la incertidumbre legal.
Una realidad que no se ve en los partes oficiales
Mientras los medios oficiales en Cuba siguen mostrando cultivos ficticios de plátanos y celebraciones vacías del 26 de julio, en el mundo real miles de cubanos como Jorge están escribiendo su propia historia de superación fuera del control del régimen. Porque, aunque sus papeles aún no estén sellados, su dignidad, su esfuerzo y sus logros ya hablan por ellos.
Y aunque el gobierno cubano intente tacharlos de desertores, la verdad es que se fueron buscando lo que en la Isla ya no existe: libertad, respeto y futuro.
Ese mensaje —directo, honesto y sin maquillaje— ha tocado a muchos en redes sociales. Las muestras de apoyo han sido tan numerosas como las críticas al sistema migratorio que, en lugar de proteger, pone en jaque a quienes más han demostrado querer quedarse en este país para aportar, no para vivir de él.
Al final, Jorge no pide limosna ni promesas vacías. Pide algo sencillo y poderoso: el derecho a echar raíces donde por fin se siente libre. Y con eso, ya ha dicho todo.