La actriz cubana Yasbell Rodríguez vuelve a acaparar miradas y corazones con una sesión fotográfica que rebosa sensualidad, introspección y empoderamiento femenino. Lejos de ofrecer simples imágenes provocadoras, Yasbell se lanza a un nuevo acto de catarsis emocional, donde su cuerpo y su alma hablan el mismo idioma: el de la mujer que resiste, que siente, que renace.
En esta nueva entrega publicada en su cuenta de Instagram, la artista se deja ver envuelta en un bata de seda azul petróleo, con el cabello suelto y la piel a flor de deseo, sentada en el suelo, al pie de una cama desordenada. También aparece acostada, con un delicado conjunto de encaje rojo que resalta tanto su figura como el contraste entre vulnerabilidad y poder. Las imágenes, cargadas de una luz suave y tonos cálidos, crean una atmósfera íntima donde lo sensual se mezcla con lo espiritual.
Pero lo más impactante no está solo en lo que se ve, sino en lo que se lee.
“A veces despertar duele. A veces la fuerza no viene sola”, escribe Yasbell, como quien lanza una plegaria desde el pecho abierto. Sus palabras acompañan las fotos como un mantra de resistencia cotidiana: “Hoy me levanto, aunque el cansancio me abrace. Hoy me visto de luz, de piel, deseo y ternura”.
Su texto es un poema hecho carne, un retrato de lo que significa ser mujer en un mundo que muchas veces no deja espacio para respirar. “Porque ser mujer es convertir el dolor en esperanza, la soledad en coraje y el miedo en fuerza”, continúa, hilando frases que resuenan como latidos. Cada palabra cae como gota sobre la piedra, puliendo el mensaje con crudeza y ternura a la vez.
Esta sesión, como tantas otras que ha compartido en su trayectoria, no busca el escándalo barato ni el aplauso fácil. Es una declaración de principios, una defensa del cuerpo como territorio sagrado, como espacio de lucha, gozo y reconstrucción.
El lenguaje visual de Yasbell, siempre cargado de intención, vuelve a apostar por la dualidad: lo suave y lo intenso, el descanso y el fuego, la caricia y el grito. En un escenario donde lo íntimo se vuelve escenario de arte, la cama no es solo cama, es altar; y su piel, más que piel, es una página en blanco donde escribe su verdad.
“Que cada mañana nos encuentre con el alma despierta y el corazón dispuesto a sanar, incluso en medio de la tormenta”, concluye. Y con esas palabras, Yasbell no solo se habla a sí misma, sino a todas.
A todas las mujeres que aman, que luchan, que callan, que explotan, que sanan, que duelen. Porque ser mujer es, como bien dice ella, un acto de resistencia diaria… y esta sesión es una bandera ondeando en medio del temporal.