Viajar a Cuba suele sonar a playa, sol y mojitos. Pero para Maye, una turista latina que decidió conocer la isla junto a su esposo y sus dos hijos, el viaje fue mucho más que eso. Su experiencia, contada en redes sociales, es un relato cargado de belleza, pero también de tristeza y reflexión sobre la desigualdad brutal que se vive en Cuba.
Maye, conocida en TikTok como @mayebs12, compartió un video donde contó su travesía por Varadero y La Habana. Y aunque no dejó de elogiar la belleza natural y el trato de la gente, lo que más la impactó fue el choque entre el lujo turístico y la dura realidad de los cubanos.
“Quiero contarles mi experiencia estando en Cuba. Este fue el señor que nos llevó hasta Varadero. Nos contaba que no entendía por qué el turismo seguía activo si no había comida, ni salud, ni agua, ni luz, ni siquiera funcionaba el internet”, relató Maye, visiblemente conmovida.
El chofer, según contó, también confesó que se sentía atrapado en la isla, y que salir del país “solo era posible nadando”. Frase que, aunque suena graciosa, resume una realidad devastadora.
Maye pasó cinco noches y seis días en un hotel todo incluido en Varadero. Allí, todo fue perfecto: playas limpias, comida variada y cero preocupaciones. Un paraíso… pero solo dentro del resort.
“Varadero me encantó porque es todo incluido y uno no tiene que preocuparse por nada”, contó la turista, agradecida por la comodidad y el excelente trato del personal.
Pero al llegar a La Habana, la cosa cambió. Maye se topó de frente con “la otra Cuba”: la de la escasez, la pobreza y la desesperanza.
“En La Habana sí se sufre por la comida: se ve la escasez, un pueblo que está muriendo lentamente, niños con hambre, ancianos sin medicamentos que te piden ayuda en la calle. Es muy triste ver esta situación: calles con gente pidiendo, casas a punto de caerse, balcones derrumbados… ahí ves al cubano que realmente sufre”, lamentó.
Se hospedó apenas a dos cuadras del centro histórico, pero los alrededores estaban en crisis. Cortes de luz constantes, falta de agua por más de 15 días, calles llenas de escombros y, como si fuera poco, internet inexistente por la lluvia.
“Las calles estaban horribles, las casas parecían que se iban a caer. Casi muero al llegar”, dijo entre risas, aunque admitió que la casa donde se quedó estaba “muy limpia y cómoda por dentro” a pesar de su aspecto externo deteriorado.
Aun así, destacó que La Habana Vieja, en su zona más turística, es organizada, segura y con una vida cultural vibrante.
“El ambiente es espectacular, hay música en vivo. Pero sí se siente ese acoso constante de querer que uno le dé algo”, explicó. “Ahí me dolió Cuba, porque realmente es muy sucio y muy inseguro para el turismo.”
Maye reconoce que los cubanos son un pueblo increíblemente cálido. “Te ayudan, te ofrecen lo que pueden, incluso cuando tienen tan poco”, relató con emoción.
A pesar de todo, su conclusión fue que Cuba es un país hermoso. Pero se fue con el corazón encogido, al ver cómo muchos cubanos sobreviven día a día entre necesidades extremas. Para ella, el viaje fue un regalo en familia, pero también una llamada de atención sobre la verdadera realidad detrás de las playas perfectas que venden las agencias de turismo.
“Cuba es un país muy lindo y, con todo lo que tienen, lo mantienen limpio. Pero me dolió ver tanta desigualdad”, reflexionó.
Porque sí, Cuba es playa, ron y son… pero también es un país atrapado entre la belleza natural y la dura lucha de su gente por sobrevivir.