Mientras Cuba sigue hundida en la represión, con cárceles llenas de presos políticos, censura a punta de tolete y un pueblo sin voz ni voto, el canciller del régimen, Bruno Rodríguez Parrilla, tuvo el descaro de calificar como “conducta criminal” la nueva política de Estados Unidos hacia la isla, anunciada este lunes por el expresidente Donald Trump.
Desde su cuenta oficial en X (el antiguo Twitter), el vocero de la dictadura reaccionó al nuevo Memorando Presidencial de Seguridad Nacional (NSPM), un documento que devuelve el tono duro de Washington hacia La Habana y refuerza las medidas económicas contra el castrismo. Trump no se anduvo con rodeos: su plan es claro y frontal contra la cúpula militar que controla el país.
Rodríguez, fiel a su guion de siempre, soltó su discurso con palabras bien medidas para hacerse la víctima: “El memorando de hoy es una agresión brutal contra el pueblo cubano, una violación a los derechos humanos de toda la nación”, dijo, como si el régimen al que representa no fuera el verdadero verdugo del país.
¿Qué trae bajo el brazo este nuevo memorando de Trump? Pues nada más y nada menos que el regreso de la línea dura. Trump vuelve al ruedo con un mensaje claro: cero negocios con los militares cubanos, especialmente con los tentáculos de GAESA, ese pulpo empresarial que exprime cada dólar que entra a la isla.
Entre las medidas más destacadas está la prohibición total de transacciones con entidades controladas por las fuerzas armadas, una movida que golpea directamente el corazón del poder económico del régimen. También se refuerza el embargo, dejando claro que Estados Unidos no será cómplice del lavado de imagen del castrismo en foros internacionales.
Otra bomba: se reinstauran controles estrictos sobre los viajes de estadounidenses a Cuba. Nada de turismo edulcorado mientras el pueblo pasa hambre. Además, se exige un monitoreo detallado sobre las violaciones de derechos humanos en la isla, incluyendo informes sobre presos políticos, torturas, represión a la disidencia y criminales norteamericanos refugiados en Cuba.
Como si fuera poco, el memorando también impulsa el acceso libre a internet y apoya a la sociedad civil independiente, esa que el régimen intenta borrar del mapa a punta de detenciones, amenazas y cortes de datos.
Trump justificó estas medidas afirmando que busca apoyar al pueblo cubano frente a un régimen que “reprime, censura y pisotea los derechos más básicos de su gente.” Y no se puede decir que miente. Cuba vive una de sus etapas más oscuras: apagones interminables, inflación descontrolada, hambre en los hogares y un éxodo migratorio que no se detiene.
Mientras el país se cae a pedazos, desde La Habana se escudan en el cuento eterno del “bloqueo” para justificar su fracaso. Pero lo que hay, y lo que siempre ha habido, es una élite aferrada al poder, que prefiere reprimir antes que soltar la teta.
El conflicto entre Cuba y Estados Unidos sigue su curso, como una novela sin final feliz. Pero esta vez, el telón sube con un nuevo capítulo de confrontación, y con una clara advertencia: el castrismo no tendrá respiro mientras siga abusando de su pueblo.
