Un nuevo capítulo de teatro político al estilo castrista se vivió en Varadero, cuando el jefe de la Misión de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, fue víctima de lo que ya no sorprende a nadie: una puesta en escena orquestada por el aparato represivo del régimen.
En un video que circula en redes —difundido por páginas afines al Ministerio del Interior— se puede ver cómo un grupo de «revolucionarios de cartón» se lanza sobre el diplomático, intentando provocarlo en plena vía pública, mientras este paseaba tranquilamente con su familia por la playa matancera.
Hammer había denunciado hace tiempo este tipo de maniobras: acoso, cámaras escondidas y preguntas preparadas al milímetro, todo con un solo objetivo: alimentar la propaganda raída de una dictadura desesperada por mantener viva la ficción de que aún controla la narrativa.
“¿A usted le gusta hablar con los cubanos?”, soltó uno de los supuestos espontáneos. Y cuando Hammer, con paciencia diplomática, intentó responder, lo cortaron con ese tono fanático que ya es costumbre. “¡El pueblo ya decidió: decidió la Revolución!”, gritó otro, como si repitiera una consigna que ya nadie cree.
Pero la mejor respuesta fue la del propio Hammer, quien con una sonrisa les lanzó la pregunta incómoda: “¿Y los que nacieron después del 59?”. Ahí sí se desató la histeria.
Varadero como escenario, turistas como testigos y el castrismo haciendo el ridículo, una vez más. Así fue el encuentro que terminó con Hammer despidiéndose con elegancia: “Vamos a ver si comemos en Varadero”, mientras los titiriteros oficiales seguían intentando forzar el libreto.
El video fue subido por la conocida cuenta oficialista “La Tía Carmen”, ese espacio donde el régimen intenta disfrazar el control con memes y sarcasmo barato. Desde allí acusaron a Hammer de actuar “fuera de la ley”, de ser un “injerencista” y hasta insinuaron que ve bases secretas rusas escondidas en hoteles.
Lo cierto es que el régimen se está quedando sin recursos ni credibilidad. Necesita montar estos shows porque le aterra la idea de que un diplomático estadounidense hable con los cubanos —de verdad—, sin filtros ni comisarios ideológicos de por medio.
Este no es el primer ni el único intento de intimidar a Hammer. Ya lo han provocado en La Habana, lo abordaron en la lanchita de Regla con agentes camuflados y lo acosaron también en Matanzas. Y en todos los casos, el diplomático ha mantenido una postura firme: quiere oír al pueblo cubano, no al eco de los burócratas.
Pero eso, justamente eso, es lo que más les duele a los que gobiernan desde las sombras del poder: que la gente hable, que se escuche otra versión, que alguien pregunte sin miedo: “¿Y los que nacieron después del 59?”
Porque esa generación nueva, esa que no fue parte del mito, ya no se traga las mismas mentiras de siempre. Y mientras el castrismo gasta tiempo en montar videos manipulados, el país se hunde más en la miseria y en la desesperanza. Pero claro, de eso… no dicen ni una palabra.
