Imagina ir a visitar a tu esposo detenido, y que te digan: “Tu esposo no está aquí”. Así de frío y escalofriante fue el momento que vivió Alexandria Dowell, esposa del cubano Ariel Cruz Penton, quien se ha convertido en el rostro de una lucha desesperada para evitar la deportación de un hombre que lleva 7 años viviendo en Estados Unidos sin un solo antecedente penal.
La historia de Ariel suena sacada de una película, pero es más real que nunca. Todo empezó el pasado 10 de junio, cuando agentes del ICE lo arrestaron mientras trabajaba en un empleo secundario. Según contó su esposa a CBS News, Ariel fue interceptado por tres autos sin identificación, esposado y llevado sin orden judicial ni explicaciones. Alexandria aún no se cree que tanto despliegue fuera para arrestar a un hombre sin antecedentes, ni peligroso, ni buscado por la justicia.
La indignación sube de nivel cuando se descubre que ICE obligó a Ariel a firmar papeles sin abogado presente. Esos documentos lo dejaron sin opciones de libertad condicional ni asilo político, a pesar de haber aprobado su entrevista de temor creíble tras pedir refugio en la frontera. “Firmó sin saber lo que era. No tenía abogado, y eso cambió todo”, confesó Alexandria, quien ha estado batallando hombro a hombro junto a su esposo durante cuatro años.
La pareja había tramitado el formulario I-130, la famosa petición de residencia por matrimonio, y hasta intentaron reabrir el caso migratorio. Pero un juez denegó la libertad condicional. Ahora, están en plena apelación, gastando miles de dólares en abogados y con el miedo constante de que deporten a Ariel de un día para otro.
Cada detalle de esta historia duele. Alexandria contó que, en la última visita con su hija de dos años, ni siquiera pudieron abrazar a Ariel. Solo lo vieron a través de un grueso cristal, comunicándose por teléfono. “Presioné mi mano contra el vidrio frío, mirando al hombre que amo… y no había nada que pudiera hacer para traerlo de vuelta”, escribió Alexandria en un mensaje tan devastador como esperanzador.
El colmo llegó el viernes pasado, cuando, tras horas esperando en la sala de visitas, le dijeron que Ariel ya no estaba en el centro de detención de Aurora. El corazón de Alexandria se encogió al escuchar que lo habían trasladado a El Paso, Texas, y que podía ser deportado en cualquier momento.
Para echarle más sal a la herida, oficiales habrían intentado que Ariel firmara una orden de deportación… ¡a México! Un país con el que él no tiene nada que ver. “No importa si haces todo bien… está en manos de quien lea tu caso”, dice Alexandria, cada vez más incrédula ante la fragilidad de su situación.
Hoy, Ariel sigue detenido junto a otras cuatro personas, casi incomunicado, sin poder llamar a su familia ni siquiera para el Día del Padre. Mientras tanto, su coche permanece estacionado frente a su casa, y su hija corre hacia la ventana cada vez que lo ve, convencida de que su papá ha vuelto del trabajo.
La familia insiste: “Este es su hogar. No es Cuba, no es México. Es aquí, con nosotros.” Y mientras siguen peleando legalmente, han lanzado una campaña en GoFundMe, que ya suma más de $11,000 dólares de los $20,000 que necesitan para costear abogados y gastos básicos mientras luchan por mantener a Ariel en el país que considera su hogar.
Porque a veces, el sueño americano necesita toda la ayuda que podamos darle para no convertirse en pesadilla.
