Después de más de un año fuera de su tierra, con los bolsillos llenos de esperanza y las manos vacías de certezas, una pareja de médicos cubanos celebra un hito que les cambia la vida: la homologación de sus títulos de Medicina en España. Un proceso largo, lleno de burocracia, sacrificios y desvelos, pero que finalmente culmina con la luz al final del túnel.
Se trata de Lisbet Peña González y Luis Enrique Ferrer Silva, quienes no solo dejaron atrás el castrismo y sus miserias, sino que también apostaron por un futuro en el que pudieran ejercer su vocación sin censura ni restricciones absurdas. En un emotivo video publicado en su cuenta de TikTok (@dra.lisbetmpglez), comparten fragmentos de su viaje: su llegada a Valencia con su pequeña hija, imágenes de su vida anterior en Cuba y, como trofeo, los papeles que confirman la validez oficial de sus títulos.
“Ya podemos ejercer como médicos en España después de más de un año de espera”, escribieron, con la satisfacción de quien ha vencido al sistema que intentó apagar sus sueños.
En la narración del video se respira emoción y coraje: llegaron con maletas livianas pero corazones llenos de fe. “Solo traíamos a nuestra niña de dos años y las ganas de salir adelante. Sabíamos que era empezar de cero, sin conocer a nadie, sin certezas. Solo la ilusión de volver a ejercer la medicina, esa carrera que nos costó sangre, sudor y lágrimas”, confiesan con voz entrecortada.
También relatan el lado oscuro del camino migrante: “Ansiedad, incertidumbre, tristeza, miedos, rabia… todo eso lo vivimos. Pero teníamos algo claro: no vinimos a conformarnos con lo que la vida nos impuso, vinimos a cambiar nuestro destino”.
Lisbet explicó en los comentarios que el proceso de homologación les tomó un año y un mes, aunque reconoció que hay quienes esperan hasta tres años. Aclara además que el MIR —ese temido examen para acceder a especialidades médicas— no es obligatorio para poder trabajar, aunque sí ofrece más opciones si se quiere seguir creciendo en el ámbito profesional.
“Puedes ejercer como médico de familia, trabajar en urgencias, en mutuas, en residencias… si haces un máster, puedes enfilar hacia lo que realmente te apasiona. Todo depende de tus metas y tu voluntad”, explicó la doctora, respondiendo a las muchas preguntas de otros cubanos que también sueñan con revalidar sus títulos lejos de la isla.
Al final del video, suena un mensaje que resume todo el sacrificio con humildad: “Esto apenas comienza. Es el inicio del camino. Y estamos felices porque todo el sacrificio ha valido la pena. Gracias a quienes nos tendieron la mano. Gracias a Dios mil veces”.
La publicación ha generado una ola de comentarios, especialmente de cubanos dentro y fuera de España que viven historias parecidas. “Qué alegría ver que mis compatriotas triunfan”, escribió alguien. Otro comentó: “Yo también llegué con un niño pequeño y sin papeles. Hoy lo tengo todo gracias a Dios y a esta tierra que me dio una oportunidad”.
Varios aprovecharon para consultar dudas prácticas sobre el proceso. La doctora respondió con paciencia, insistiendo en que cada caso es distinto, y que lo más importante es no rendirse, aunque el camino sea cuesta arriba.
Esta historia no es única. Es parte de un fenómeno creciente: cada vez más médicos cubanos comparten en redes sociales su travesía para homologar títulos en España. Gente que huye del control estatal, de los salarios miserables y de un sistema sanitario colapsado, para buscar ejercer con dignidad en tierras donde no les pongan grilletes ideológicos.
Casos como el del doctor Sam Sabater, quien rompió en llanto tras tres años de espera, o el de la doctora @wlenda.5, que celebró su homologación como “el mejor regalo de fin de año”, dejan claro que este camino está plagado de obstáculos… pero también de recompensas.
La realidad, sin embargo, es que el proceso no siempre es justo. Aunque la ley española establece que el trámite no debería tardar más de seis meses, en la práctica se extiende por años. En 2024, el gobierno de Pedro Sánchez anunció algunas reformas para agilizar el papeleo, y el Colegio de Médicos de Madrid, por fin, eliminó la absurda exigencia de un certificado de “no inhabilitación” que el régimen cubano nunca ha emitido ni piensa emitir. Una traba más que muchos médicos veían como un muro imposible.
Aun con esos cambios, cientos de profesionales cubanos siguen esperando, sobreviviendo en trabajos que no tienen nada que ver con su vocación, mientras los burócratas dilatan sus expedientes. Un reflejo más de cómo el exilio cubano no solo lucha contra la dictadura, sino también contra sistemas lentos y ciegos que no comprenden la urgencia de quienes escapan del abandono institucional.
La historia de Lisbet y Luis Enrique es, en el fondo, una declaración de resistencia contra el olvido, contra el castigo al talento, contra el abuso del poder. Son médicos, sí, pero también son testimonio vivo de que el alma cubana, cuando se decide a luchar por su futuro, no hay sistema que la detenga.
Y como dicen ellos mismos, a modo de consuelo y aliento: “Dios te pone pruebas, pero también te da la fuerza para superarlas. Lo importante es no conformarse. Porque sí se puede. ¡Claro que se puede!”.