El cantante cubano Cándido Fabré, conocido por ser una de las voces más leales al castrismo dentro del mundo artístico, explotó esta semana en redes sociales con una crítica que, aunque disfrazada de nostalgia beisbolera, termina siendo un dardo envenenado contra el propio sistema que él ha defendido por décadas.
En un encendido post desde su cuenta de Facebook, Fabré soltó su frustración ante la presencia de peloteros cubanos de Grandes Ligas en el equipo nacional, una decisión que —según él— ha vaciado de orgullo y pertenencia el alma del béisbol cubano.
“Los tiempos de Fidel fueron pura revolución, socialismo, entrega total, resultados internacionales, orgullo cubano”, escribió el músico, como si se le hubiera olvidado que los tiempos de Fidel también fueron de censura, represión y de impedirle a los atletas jugar profesionalmente. Pero el comentario tiene su peso: viene de alguien que siempre ha estado dentro del redil del régimen, y ahora parece que ni siquiera él se traga el cuento.
La pelota sin alma y los barrios sin guantes
Para Fabré, el béisbol cubano ya no es lo que era, y los jóvenes que hoy entrenan con el sueño de vestir el uniforme del “Team Cuba” saben que si no se van a las Grandes Ligas, no tienen chance. Su crítica no se quedó ahí: cuestionó que no se respete el sacrificio de jugadores que nunca abandonaron el sistema, esos que “siguen fajados con el sol, la carencia y el olvido”, como mencionó, citando nombres como Samón, Cepeda o Danel Castro.
“Estamos perreando a ver cuáles de los peloteros millonarios quieren jugar para Cuba”, soltó Fabré sin anestesia, en una frase que ha corrido como pólvora por las redes.
Y no, no es que esté defendiendo la dignidad deportiva frente al dinero extranjero. Lo que duele en el fondo, es que hasta los más leales están notando que el sistema se les cayó en pedazos. Que ya no basta con decir “somos continuidad” cuando ni los muchachos juegan pelota en los barrios y los entrenadores de antaño como Urquiola o Víctor Mesa están arrumbados en el olvido.
El experimento de los peloteros profesionales
Las palabras de Fabré llegan justo cuando el régimen intenta maquillar su crisis deportiva permitiendo que algunos jugadores contratados en el extranjero representen a Cuba en torneos internacionales, siempre y cuando no hayan criticado al gobierno o “traicionado” delegaciones, como ellos lo llaman.
Es una medida hipócrita a todas luces: les niegan el derecho a competir a los que se van por la libre, pero buscan desesperadamente a los que se han hecho millonarios en el exterior para que les salven el pellejo en eventos como el Clásico Mundial. ¿Y si no quieren volver? Pues se les chantajea con el patriotismo.
Desde que este “aperturismo selectivo” empezó en 2022, la fractura entre los peloteros dentro de Cuba y los que triunfan fuera se ha hecho más profunda. El discurso oficial promueve la unidad, pero aplica un filtro ideológico para decidir quién es cubano “de verdad” y quién no merece volver a vestir la camiseta.
Fabré canta lo que muchos piensan
Que lo diga Cándido Fabré no es poca cosa. Es la voz de quien ha compuesto décimas para glorificar al régimen, pero que ahora, aunque no lo reconozca, termina haciendo una crítica feroz al fracaso del sistema deportivo cubano.
Porque detrás de cada frase de su post hay un eco que resuena en todo el país: la pelota ya no es del pueblo, es del poder, y ni con peloteros de la MLB se pueden ocultar los papelazos internacionales y la desilusión nacional.
En un país donde hasta el béisbol ha sido secuestrado por la politiquería, hasta el trovador del castrismo se está dando cuenta de que el juego ya no se gana con consignas, sino con verdades.
Y esa verdad, por más que le duela al régimen, es que el orgullo deportivo también se les fue en balsa.
