En una esquina olvidada de Gibara, Holguín, una abuela y su nieto viven entre paredes frágiles y esperanzas rotas, arrinconados por la pobreza y por la indiferencia de un sistema que hace mucho tiempo le dio la espalda a los más vulnerables.
La historia salió a la luz gracias al activista y coreógrafo cubano Norge Ernesto Díaz Blak, conocido en redes como Noly Blak, quien compartió un desgarrador testimonio desde la humilde vivienda donde sobreviven esta abuela y su nieto. La escena, recogida en un video publicado en su perfil de Facebook, muestra una realidad tan cruda como inaceptable.
“Cuando llueve, tengo que esperar a que escampe para poder cocinar”, cuenta la señora, con un rostro que mezcla tristeza y dignidad. Su cocina es un fogón al aire libre, su techo una promesa que se deshace con cada tormenta. “No se puede dormir. Me paso la noche entera sentada”, añade, dejando claro que su lucha diaria no es solo por comida, sino por un poco de descanso y abrigo.
Un infierno silencioso: la madre del niño y el origen del drama
La tragedia no comenzó con la pobreza. El niño quedó al cuidado de su abuela luego de que su madre, con serios trastornos psiquiátricos, intentara prenderle fuego al colchón donde dormía. “Fue el padre quien lo sacó. Todo estaba lleno de humo. La tía, que es vecina, ayudó a apagar el colchón”, relató la abuela con una voz temblorosa pero firme.
Hoy, la madre está ingresada en un centro de salud mental. “Ella no tiene mal corazón”, dice la abuela, sin justificar el hecho, pero con ese amor de madre que sabe que la enfermedad roba la razón sin pedir permiso.
Un techo, no dinero: la ayuda de Noly Blak
Frente a la desolación, la solidaridad vuelve a ser la única respuesta que funciona. Noly Blak, con el compromiso que lo caracteriza, anunció que organizará ayuda para esta familia. Pero fue tajante: “En manos de los adultos no pondré ni un peso”, aclaró. Su plan es canalizar donaciones para comprar materiales, alimentos o lo que se pueda… pero sin riesgo de que el dinero desaparezca en el camino.
Para quienes deseen colaborar, el activista dejó su contacto de WhatsApp (+5353082732) y los datos de cuenta en CUP y MLC, pidiendo que cada aporte vaya acompañado de una captura de pantalla para garantizar la transparencia.
Solidaridad en acción, no en discurso
Noly no es nuevo en esto. En el pasado, ya ha liderado campañas para conseguir viviendas a madres solas, apoyo a niños desnutridos y hasta comida para ancianos abandonados. Ha demostrado que el cambio no necesita permiso estatal, sino voluntad, corazón y redes que se activen desde el pueblo.
Historias como la de esta abuela y su nieto son cada vez más comunes en una Cuba donde la pobreza ya no se esconde, sino que se muestra a cielo abierto, con cocinas que se mojan, camas que no existen y niños que sueñan con cosas tan simples como un techo que los proteja de la lluvia.
Y mientras el régimen habla de «resistencia creativa» y le echa la culpa de todo al “bloqueo”, la gente de a pie sigue resistiendo con lo que tiene: solidaridad, coraje y la esperanza de que alguien, en algún rincón del mundo, escuche su historia y decida tender una mano.