Lo que debía ser un paso más en su camino hacia la libertad, terminó convirtiéndose en una pesadilla al estilo Kafka. El cubano Orlando Delgado, quien llegó a Estados Unidos en 2022 escapando de la represión en la isla, fue detenido por agentes de ICE el pasado 25 de junio, justo cuando se presentó, como buen ciudadano, a su cita en la corte de inmigración.
Desde el Centro de Detención de Broward, en Florida, donde permanece encerrado, Delgado contó su amarga experiencia: «No me dejaron hacer nada. Simplemente cerraron la corte y me arrestaron». Así, sin explicación ni oportunidad de defenderse. Como si se tratara de una emboscada legal.
Un padre cubano con un hijo pequeño y un pasado marcado por la represión
Orlando no es un delincuente. No tiene antecedentes penales. Lo único que carga en su expediente es el temido I-220A, ese papel que muchos migrantes cubanos recibieron al cruzar la frontera sur, y que los deja «libres bajo palabra», pero sin ningún tipo de garantía real.
Este joven de origen avileño pidió asilo político tras haber participado en las protestas del 11J, que sacudieron a Cuba en 2021 y pusieron al régimen contra las cuerdas. Por esa valentía, fue detenido y amenazado por la Seguridad del Estado, como tantos otros que se atrevieron a alzar la voz.
Ahora, desde la reja, su mayor preocupación no es solo su futuro, sino el de su hijo de apenas siete meses, y el de su esposa, Mercedes Estévez, quien se quedó sola, sin trabajo y sin saber cómo va a alimentar a su bebé.
«No puede volver a Cuba. Lo vigilaron, lo amenazaron, y ahora lo quieren mandar a México», dijo ella entre lágrimas en entrevista con Telemundo 51.
¿Por qué lo detuvieron si no ha cometido ningún delito?
La respuesta es tan absurda como el sistema que la permite: el I-220A no le brinda protección real. Aunque Orlando tiene pendiente aún la revisión de su solicitud de asilo por «miedo creíble», ICE decidió arrestarlo sin aviso previo, como si se tratara de una ficha más en una estadística.
Según contó el propio Delgado desde el centro de detención, otros cubanos en su misma situación también están recibiendo órdenes de deportación hacia México, no hacia Cuba. Un limbo migratorio que no solo viola el espíritu del asilo político, sino que expone a personas perseguidas a una ruta incierta, insegura y cruel.
Una familia rota por una detención injusta
La situación ha puesto a la familia al borde del colapso. Mercedes, con un bebé en brazos y sin ingresos, implora ayuda: «Estoy desesperada. No tengo nada. No sé cómo mantener a mi hijo ni cómo ayudar a mi esposo».
Este caso, como tantos otros, refleja un patrón que preocupa cada vez más a la comunidad cubana en el sur de la Florida y a defensores de derechos humanos, que denuncian que las autoridades migratorias están actuando sin considerar los antecedentes políticos y los riesgos reales que enfrentan los exiliados cubanos.
¿Hasta cuándo seguirán siendo tratados como cifras y no como seres humanos que escaparon de una dictadura?
Orlando Delgado no es un número más. Es un cubano que se rebeló contra el miedo, que cruzó fronteras para proteger a su familia, y que ahora, irónicamente, se encuentra atrapado por el mismo sistema que prometía ampararlo.
