La represión en Cuba no tiene frenos ni vergüenza, y ahora ni los autos diplomáticos escapan del acoso. Este 2 de julio, agentes de la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria protagonizaron una escena propia de una dictadura desesperada, al intentar detener por la fuerza un vehículo de la Embajada de EE.UU. en La Habana. Dentro del carro viajaban la periodista Camila Acosta, colaboradora de Cubanet, y el escritor independiente Ángel Santiesteban, quienes se dirigían a una recepción por el Día de la Independencia norteamericana.
Un video publicado por Cubanet muestra el momento en que un esbirro de la Seguridad del Estado confronta al chofer del auto diplomático y le lanza una amenaza absurda: «No puedes llevarte a esos dos, están detenidos», aunque no existía orden legal alguna.
La cosa no quedó ahí. Otro agente intentó abrir a la fuerza la puerta trasera del vehículo, buscando sacar a Camila y a Ángel a empujones, justo cuando ya se habían montado. Pero fracasó en su intento, dejando al descubierto el rostro grotesco de un régimen que ya no distingue entre lo legal, lo ilegal y lo abiertamente ridículo.
«Este tipo de agresiones viola la inmunidad diplomática», recordó Cubanet en su denuncia, subrayando la gravedad del acto, que pone en entredicho incluso los mínimos compromisos internacionales que aún dice respetar el castrismo.
Las redes sociales estallaron con indignación. Cubanos dentro y fuera de la isla reaccionaron con furia y sarcasmo: «Qué asco de dictadura», «Estos esbirros están locos», «Juegan con candela y después lloran», fueron algunos de los comentarios más repetidos. Muchos incluso sugirieron que una crisis diplomática no vendría mal para desenmascarar de una vez la podredumbre del sistema.
Una represión a toda máquina por miedo a una fiesta
Esta no fue una acción aislada. Todo indica que el régimen tiró toda la carne al asador para evitar que voces críticas asistieran al evento organizado por la Embajada de EE.UU., como si de una conspiración internacional se tratara.
Desde bien temprano, este 2 de julio, empezaron los arrestos, las detenciones domiciliarias y los operativos policiales en varias provincias. La orden era clara: ningún disidente en la recepción del 4 de julio.
En La Habana, por ejemplo, Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, fue detenida apenas salió de su casa. Lo mismo le pasó al rapero contestatario Osvaldo Navarro, interceptado junto a su pareja, la activista Marthadela Tamayo, en pleno Cerro.
También fueron inmovilizados en sus viviendas Oscar Elías Biscet y Elsa Morejón, mientras que en otras provincias como Villa Clara, Cienfuegos y Pinar del Río, la vigilancia no se hizo esperar. Amenazas, acosos y operativos se desplegaron con total impunidad contra opositores como Librado Linares, los hermanos De la Nuez, Eduardo Díaz Fleitas y Nilda García Fleitas, todos con el mismo objetivo: impedir su presencia en un evento diplomático extranjero.
En La Habana, la periodista Yunia Figueredo y su esposo, el también comunicador Frank Correa, fueron arrestados por negarse a acudir a un interrogatorio sin justificación alguna.
¿Y la diplomacia? Bien, gracias
El régimen cubano, que se llena la boca hablando de relaciones diplomáticas “respetuosas”, violenta abiertamente la inmunidad de los diplomáticos norteamericanos mientras intenta esconder su paranoia detrás de uniformes y consignas vacías.
El periodista Reynaldo Escobar, de 14ymedio, lo resumió con claridad: «Es una falta de respeto a un país con el que Cuba mantiene relaciones diplomáticas.» También recordó que hubo cubanos que pelearon en la independencia de EE.UU., lo que hace todavía más bochornosa esta actitud represiva.
Este nuevo atropello es otra muestra de que al castrismo no le importa ni la ley internacional, ni el sentido común. Solo le interesa mantener el control, cueste lo que cueste.
Pero cuidado: cuando un régimen le pierde el miedo a violar hasta los acuerdos diplomáticos, es porque ya se siente acorralado. Y eso, en la historia, siempre ha sido la antesala del colapso.