En pleno desastre económico en Cuba, el gobierno español ha decidido activar un programa de “conversión de deuda” que transformará hasta 375 millones de euros que el régimen debía en inversiones para la Isla. Lo presentan como un gesto de cooperación y desarrollo, pero el olor a favoritismo político y doble rasero no se puede disimular.
La jugada se firmó este miércoles en Sevilla, con toda la pompa protocolar, por el ministro español de Economía, Carlos Cuerpo, quien insiste en que este acuerdo apunta a fomentar el “desarrollo sostenible” en Cuba, aunque no aclara cómo se puede construir desarrollo en una economía devastada por un régimen que lo único que ha sostenido es el atraso.
Según la nota oficial publicada por La Moncloa, el dinero irá destinado a sectores como energía, agua y seguridad alimentaria, lo cual, sobre el papel, suena muy bonito. Pero en la práctica, el historial del castrismo convierte cualquier inversión en una lotería con altísimo riesgo de corrupción, ineficiencia o desvío de recursos. No hay garantía de que esos millones lleguen al pueblo. Y eso, el Gobierno español lo sabe.
¿Un gesto de buena voluntad… o un favor al régimen?
Este nuevo “gesto solidario” forma parte del acuerdo multilateral que se firmó dentro del Club de París en enero de 2025, y da seguimiento a otro compromiso pactado en 2016. Todo muy institucional. Pero lo que no se menciona —al menos no en la nota oficial— es que mientras La Habana celebra la condonación parcial de su deuda, casi 300 empresas españolas siguen esperando que les paguen más de 350 millones de euros que el régimen simplemente se niega a saldar.
La organización empresarial Foment del Treball ya lo había advertido: las autoridades cubanas mantienen una deuda millonaria con pequeñas y medianas empresas españolas, muchas de ellas dedicadas a sectores sensibles como la alimentación y la salud. En otras palabras, mientras el castrismo juega al “desarrollo sostenible” con dinero público español, centenares de negocios ibéricos están al borde del colapso por culpa de esos mismos impagos.
“Nos deben millones y encima los premian”
Para colmo, algunos de esos impagos corresponden a envíos de carácter humanitario. Así que las compañías no solo arriesgaron capital, sino que actuaron con buena fe. ¿El resultado? Quiebras, despidos, y una situación que ya ha obligado a más del 15% de las empresas afectadas a cerrar o detener operaciones, según Foment.
La Plataforma de afectados por los impagos del Gobierno cubano, respaldada por esta misma organización empresarial desde 2023, ya ha puesto el grito en el cielo. Pero en lugar de apoyo concreto, el Gobierno español ha preferido mirar hacia otro lado y condonar millones que jamás se traducirán en mejoras reales para los cubanos de a pie.
Más del 40% de esas compañías afectadas están en Cataluña, una comunidad autónoma que ahora ve cómo sus empresarios pierden mientras el régimen cubano sigue sumando favores diplomáticos.
Una estructura dudosa y sin cronograma claro
El programa, presentado como una herramienta “moderna” de cooperación, permitirá que los fondos se canalicen a través de empresas españolas, entidades cubanas y organizaciones internacionales con presencia en la Isla. Todo bajo la promesa de que habrá “transparencia y rendición de cuentas”.
Pero en un país donde ni los apagones se explican con claridad y donde la prensa está al servicio del Partido Comunista, prometer transparencia suena a chiste de mal gusto.
Además, no hay fechas claras, ni proyectos priorizados, ni mecanismos de control independientes. Es una operación a ciegas que favorece una vez más al aparato estatal cubano, sin exigir resultados ni condiciones mínimas.
Una vieja práctica con el mismo desenlace
España ha usado esta fórmula de conversión de deuda en más de 40 ocasiones, con 28 países diferentes. Pero el caso cubano tiene una carga política mucho más evidente. En lugar de exigirle al régimen que honre sus compromisos con empresas privadas, lo premian con más dinero y le lavan la cara ante la comunidad internacional.
El secretario de Estado de Economía español, Ismael Arroyo, reconoció en 2024 ante el Congreso de los Diputados que los impagos del régimen cubano eran un problema serio. Sin embargo, ni esa advertencia frenó la puesta en marcha de este programa que, en la práctica, beneficia a los mismos que han quebrado empresas extranjeras con su falta de responsabilidad financiera.
Una deuda moral que no se salda con propaganda
La gran pregunta es: ¿a cambio de qué? ¿Por qué España insiste en premiar a una dictadura fallida que lleva décadas malgastando recursos y aplastando derechos?
Lo cierto es que mientras el castrismo se pinta como víctima del bloqueo, sigue acumulando deudas impagas, haciendo malabares con préstamos y ahora, reescribiendo sus obligaciones como si fueran premios. Todo con la bendición de una parte de Europa que prefiere cerrar los ojos antes que exigir cuentas claras.
Porque cuando un país debe millones y sigue recibiendo favores, no se trata de cooperación… se trata de complicidad.
