Lo que un día fue cuna de campeones y orgullo del deporte pinareño, hoy parece una zona en guerra. La Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) de Pinar del Río está en ruinas, y las imágenes que han salido a la luz no han dejado a nadie indiferente. Exatletas dentro y fuera de Cuba han estallado en redes sociales, llenos de nostalgia, rabia y dolor al ver cómo el régimen ha dejado caer a pedazos otro símbolo del esfuerzo y la disciplina.
Uno de los primeros en alzar la voz fue el boxeador cubano radicado en EE.UU., Yuniesky González, quien compartió un desgarrador mensaje en Facebook al ver el estado actual del lugar donde alguna vez forjó su carrera.
“Tenía que verlo pa’ creerlo… Con lo que sudamos ahí, hermano. Verlo así, hecho leña, da un dolor que no cabe en el pecho”, escribió, acompañado de una foto donde el abandono salta a la vista: techos podridos, paredes descascaradas y un tabloncillo que parece más una trampa que una cancha.
Pero no fue el único. La publicación despertó una avalancha de reacciones de quienes pasaron por esa escuela, muchos de ellos campeones o entrenadores, todos con algo en común: la decepción profunda por ver cómo se ha desmoronado la base del alto rendimiento cubano, la misma que tanto vende el régimen en sus discursos.
Desde gimnastas hasta voleibolistas, todos coinciden en lo mismo: la EIDE ya no es ni la sombra de lo que fue. Yandisley Leal lo resumió con un comentario que duele leer: “Eso no es ni la mitad de las condiciones que teníamos antes, y ya eran malas”.
«Una vergüenza, eso deberían clausurarlo», escribió otro padre indignado al ver niñas entrenando sobre pisos llenos de huecos y peligro. Porque no se trata solo de nostalgia, se trata de la seguridad de niños que hoy son expuestos a instalaciones que se caen a pedazos.
Otros como Claudia Valdés preguntan con angustia: “¿Dónde entrenan ahora las gimnastas? Si el tapiz ni aparece…”. Y así van apareciendo más voces, más denuncias, más impotencia ante la dejadez criminal del Estado cubano, que prefiere gastarse los recursos en hoteles fantasmas que en reparar los espacios donde se forjan los sueños de miles de jóvenes.
El exgimnasta Anthony Moreno lanzó una frase demoledora: “Eso era uno de los mejores tablones del país. Ahora da pena decir que es de una escuela deportiva”.
Y por si alguien pensaba que es un caso aislado, desde Cienfuegos ya vienen avisando que la situación es la misma. En 2019, el diario oficialista 5 de Septiembre denunció el mal estado del tabloncillo de la EIDE local. En 2024, la cosa no solo no mejoró, sino que empeoró, y los atletas de voleibol entrenan en pisos rotos que afectan su rendimiento y su salud.
Ni hablar del Estadio Panamericano de La Habana, que pasó de ser símbolo de los Juegos del 91 a escenario del abandono más descarado. Otro ejemplo de cómo el régimen vende patria, pero entrega ruinas.
Para los que pasaron por esas escuelas, como Yuniesky, el dolor es doble. Porque no se trata solo del deterioro físico, sino de ver cómo la historia deportiva de Cuba se desmorona junto con sus paredes, mientras los voceros del régimen siguen echando culpas y repitiendo consignas vacías.
La verdad es clara: la revolución traicionó al deporte cubano. Y lo hizo con la misma indolencia con la que ha destruido escuelas, hospitales y sueños. Ahora, los que fueron campeones en esa cancha rota, levantan la voz porque saben que el deporte no se salva con discursos, sino con respeto, inversión y voluntad. Cosas que en Cuba, hace rato, no se ven.