El rostro más conocido del desastre energético en Cuba, Lázaro Guerra Hernández, director general de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas (MINEM), vivió un momento incómodo y bastante revelador esta semana. En plena transmisión en vivo por Canal Caribe, mientras le explicaba al pueblo por enésima vez por qué seguimos a oscuras, le falló el aire… pero no el discurso oficial.
Corrían los primeros minutos del parte habitual del día cuando, de pronto, Guerra comenzó a mostrar señales evidentes de malestar: respiración entrecortada, mano al pecho, mirada perdida. Parecía que el cuerpo le dijo basta justo cuando hablaba de las centrales flotantes, esas mismas que no flotan ni resuelven nada.
“La cara del sistema eléctrico también colapsa”
El episodio ocurrió sobre el minuto 5:40 del programa. Sin muchas vueltas, el directivo hizo señas, pidió ayuda y salió del encuadre, dejando el parte a medias. El periodista Bernardo Espinosa, con cara de “¡sálvese quien pueda!”, tomó el control y trató de mantener la compostura mientras el protagonista se retiraba sin dar explicaciones.
La transmisión continuó como si nada. Pero unos minutos después, como salido de una telenovela de bajo presupuesto, Lázaro regresó como si aquí no hubiera pasado nada, y siguió con el mismo guion de apagones, roturas y promesas incumplidas.
“Todo está bien, pero no sabemos qué fue”
Horas después del incidente, varios voceros del régimen —como el periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso— salieron a ponerle paños tibios al asunto en redes sociales, asegurando que Guerra “está bien y cumpliendo con sus responsabilidades habituales”.
El mismo Alonso prometió que, como cada día desde hace más de tres años, Guerra volverá a dar el parte energético, repitiendo la letanía que el pueblo ya no traga. Eso sí, nadie ha explicado qué fue exactamente lo que le pasó. Ni infarto, ni susto, ni mareo. Simplemente “todo está bien”… como el país, ¿no?
El país reacciona: entre burlas, preocupación y rabia
El percance no pasó por alto en redes sociales. Algunos reaccionaron con preocupación, otros con ironía. Porque no es para menos: el que repite a diario el parte de la oscuridad, ahora también se quedó sin aire en pantalla.
“Con tanto cuento que dice, se atragantó con sus propias mentiras”, soltó un usuario. Otro ironizó: “¿Será que ni él cree ya en lo que está diciendo?”
El incidente ocurre en un contexto donde la crisis energética está peor que nunca, con apagones que superan las 20 horas diarias en muchas provincias, mientras el gobierno sigue vendiendo excusas como si fueran soluciones. La paciencia se agota, y por lo visto, los voceros también.
Un símbolo que se desmorona
Lázaro Guerra no es solo un funcionario más. Se ha convertido en el rostro oficial del apagón permanente. Y verlo tambalearse, aunque sea por unos segundos, es un reflejo claro del colapso general que vive el país. Ya ni la fachada del régimen aguanta la presión.
Y mientras el pueblo sigue sudando sin luz, sin agua y sin esperanza, los de arriba siguen reciclando el mismo libreto, aunque cada día más gente lo apague —literal y simbólicamente.
Porque aunque el vocero regrese al set, el pueblo sigue esperando algo más que palabras repetidas: espera luz, y sobre todo, espera un cambio real.