En medio de una economía en ruinas y con el transporte público prácticamente en coma, la empresa estatal Transtur ha decidido apostar fuerte por los dólares. Su famoso “Habana Bus Tour”, la ruta que conecta el centro de la capital con las Playas del Este, ya puede pagarse en moneda dura. Eso sí, al tipo de cambio oficial, que no se lo cree ni el que lo inventó.
Desde sus redes sociales, Transtur anunció que el ticket del bus turístico costará 10 USD o su “equivalente” en moneda nacional, que según ellos, es 1,200 CUP. El problema es que en la calle ese mismo billete verde vale más de 3,800 pesos, si se tiene en cuenta el cambio real del mercado informal. O sea, una burla para el cubano de a pie.
Un transporte “panorámico”… pero inaccesible
La ruta arranca en el Parque Central y opera todos los días de 9:00 am a 6:00 pm, con salidas cada 45 minutos. Los pasajeros pueden subir y bajarse cuantas veces quieran durante la jornada, disfrutando del aire acondicionado y la vista costera que promociona Transtur con tono de postal turística.
El servicio, aunque abierto también a residentes, huele más a negocio en divisas que a solución de movilidad. Es otra pieza más en ese experimento fallido de “dolarización parcial” que viene dejando a la mayoría fuera del juego.
¿1200 CUP? Sí, cómo no…
Los comentarios en redes sociales no se hicieron esperar. “10 dólares son 3,800 pesos al cambio, no 1,200”, escribió un usuario, reflejando lo que todos saben: el tipo de cambio estatal es una ficción mal contada.
Transtur, por supuesto, respondió con la cantaleta oficial: “La tasa de cambio es 120, punto”. Pero lo cierto es que nadie puede acceder a dólares a ese precio, ni en las CADECAs, ni en los bancos, ni en sueños. Y eso significa que el servicio, aunque se cobre en pesos, sigue siendo un lujo inaccesible para el cubano promedio, especialmente para jubilados, trabajadores estatales y madres solteras que viven del invento diario.
Más transporte en divisas, menos movilidad para el pueblo
Este no es un caso aislado. Otras empresas estatales como Viazul también han apostado todo a las divisas, y ahora solo aceptan euros a través de tarjetas internacionales. Ni efectivo, ni dólares, ni pesos. Solo plásticos bancarios foráneos, en un país donde la mayoría de los ciudadanos ni siquiera tiene acceso a cuentas internacionales.
¿El objetivo? Captar remesas, por supuesto, y seguir ordeñando a los familiares en el extranjero mientras en la Isla el transporte común sigue siendo una odisea diaria. Las guaguas desaparecidas, las bicicletas oxidadas y los camellos del pasado todavía son más útiles que muchas promesas oficiales.
Una isla dividida entre los que tienen dólares y los que solo tienen calor
Este tipo de medidas solo profundizan la brecha entre dos Cubas: la de quienes reciben remesas y pueden moverse con comodidad, y la de quienes tienen que pelearse por un pedazo de sombra en la parada. Mientras Transtur vende su paseo costero en USD con aires de “alternativa moderna”, la gran mayoría sigue haciendo colas eternas, pagando fortunas a los boteros, o simplemente quedándose en casa.
Porque en esta Cuba dolarizada a medias y excluyente a tiempo completo, hasta ir a la playa se ha convertido en un lujo reservado para unos pocos. Y lo peor es que lo hacen pasar como un favor al pueblo.