El reconocido humorista cubano Ulises Toirac volvió a levantar la voz, esta vez con más fuerza que nunca, en medio del caos eléctrico que mantiene a Cuba sumida en una oscuridad asfixiante. Desde su muro en Facebook, Toirac respondió con firmeza a quienes lo criticaron tras un video donde se le veía claramente molesto por no poder dormir debido a los apagones.
Con la misma claridad con que hace humor, soltó una verdad como una casa: “No es un problema de que ‘tú eres privilegiado’, es que no está bien. Ninguna. Ni 10 ni 30 horas de apagón.” Una frase que hoy es eco del cansancio colectivo, del agotamiento físico y emocional de millones de cubanos que no ven la luz… ni en sentido literal ni figurado.
“Vamos en el mismo bote, jone”
Toirac, con esa mezcla de sabiduría callejera y agudeza crítica que lo caracteriza, lamentó que muchos cubanos se estén tirando entre ellos, como si el dolor se midiera por código postal. “¿Cuándo dejaremos de usar ‘ustedes están bien’, ‘a ustedes no les hacen na’, ‘ustedes viven rico’?”, se preguntó. Y de ahí pasó al llamado: unidad, empatía y conciencia de que estamos todos remando en el mismo desastre.
“¡Vamos en el mismo bote, jone! Halemos todos pal mismo lao”, soltó, dejando claro que mientras el pueblo se desgaste culpándose entre sí, el régimen sigue en su nube, repartiendo promesas vacías mientras el país se desmorona.
Una Habana en penumbras… y sin consuelo
Este viernes, la propia Empresa Eléctrica de La Habana soltó la bomba: hasta 19 horas diarias sin electricidad en varios puntos de la capital. Aunque en los papeles dicen que serán solo 8, la realidad que viven los barrios es otra: triplican los cortes sin explicación ni vergüenza.
El muro de Facebook de la empresa estatal parece un muro de los lamentos. Vecinos de Centro Habana, Boyeros y Arroyo Naranjo denuncian que la luz se va sin previo aviso, que los refrigeradores se echan a perder, que los niños no paran de llorar por el calor, y que los viejitos están literalmente al borde del colapso.
“Nos están tomando el pelo”, escribió un habanero. “Nos pusieron la luz y a los diez minutos la quitaron otra vez. Así no se puede vivir”, agregó una vecina. Y lo cierto es que tienen razón: no se puede.
En las provincias, la cosa es aún peor
Si en La Habana la cosa está mala, en el resto del país es un infierno completo. Municipios como Palmira y Campechuela reportan apagones de hasta 25 horas seguidas. En zonas de Bayamo, apenas tienen una o dos horas de corriente al día. Es un abuso sin nombre.
“Nos están matando como perros”, dijo sin pelos en la lengua un vecino. Y no es una exageración. Es la descripción cruda de una ciudadanía totalmente abandonada, sin protección, sin rumbo y sin esperanzas.
Las redes sociales de la Unión Eléctrica son una avalancha de frustración. La gente grita, suplica, exige… pero nadie del Gobierno responde. Solo excusas recicladas y técnicos que se lavan las manos con el cuento de siempre: roturas, mantenimientos, falta de combustible.
Un país al borde del colapso físico y mental
Esta crisis energética ya no es un problema técnico. Es una emergencia nacional. Con temperaturas por encima de los 35 grados, brotes de dengue y Oropouche, falta de agua, medicamentos y alimentos, lo que hay en Cuba es una bomba a punto de estallar.
Dormir se ha vuelto un lujo. Y sin electricidad no hay manera de conservar comida, de poner un ventilador, ni siquiera de sobrevivir dignamente. Los niños no descansan, los ancianos se sofocan y la salud mental de los cubanos está hecha trizas.
Especialistas han advertido que la falta de sueño y el calor extremo provocan ansiedad, fatiga crónica, trastornos hormonales y hasta debilitan el sistema inmune. Pero al régimen parece no importarle. Ellos duermen con aire, comen con nevera llena y se mueven con escoltas. Mientras tanto, el pueblo… que aguante.
El castrismo sigue ciego, sordo y mudo
En lugar de dar la cara, el Gobierno repite el mismo guion gastado de siempre: que si el SEN está en recuperación, que si las termoeléctricas están en mantenimiento, que si el bloqueo… El único bloqueo real es el que tienen en la conciencia.
La población exige respuestas, exige acciones, exige una solución que no llegue envuelta en propaganda. Pero nada. Todo sigue igual… o peor. Porque mientras se priorizan los hoteles, las ferias de turismo y los eventos de lujo, la gente en los barrios duerme a oscuras, con hambre y sin fe.
El grito de Toirac es el de todos
Cuando Ulises Toirac dice que no puede dormir, no está haciendo una escena. Está diciendo lo que millones de cubanos sienten en carne propia. Porque este país entero vive apagado, no solo por falta de electricidad, sino por el apagón moral de un régimen que ya no tiene nada que ofrecer.
Hoy, lo que menos falta en Cuba es oscuridad. Lo que falta, y con urgencia, es luz: luz en el sentido más profundo, más humano y más justo de la palabra.
Y mientras esa luz no llegue, seguiremos escuchando voces como la de Toirac, que aunque cansadas, siguen gritando verdades.