El circo mediático del régimen cubano tiene nombre propio: “Hacemos Cuba”, un programa televisivo donde Humberto López, vocero oficial del castrismo, se disfraza de justiciero y presenta supuestos casos de corrupción administrativa… pero siempre se le olvida mirar hacia arriba.
En su más reciente episodio, López desgranó varios escándalos protagonizados por empleados de rango medio o bajo. Pero ni una sola mención a los verdaderos intocables: los altos cargos, los jefes militares o los peces gordos de GAESA, ese pulpo económico manejado por los uniformados del poder.
Corrupción a la vista, pero solo en los eslabones rotos
Uno de los casos señalados fue el de la unidad empresarial de base 654, en Bayamo, donde una red de funcionarios robaba arroz, azúcar, granos y sal de la canasta básica. ¿El truco? Para que nadie notara la falta, rellenaban los sacos con piedras y arena. Sí, con piedras.
Todo lo robado acababa en el mercado negro, mientras más de 250 mil personas se quedaban sin su mísera ración de alimentos. ¿Y quiénes pagaron el precio? El director, el jefe de nave, la especialista comercial y el facturador. Todos presos. Pero los que autorizan, se benefician y reparten la tajada mayor… esos ni se nombran.
Aurora Plaza: basura por fuera, podredumbre por dentro
Otro caso ventilado fue el de Aurora Plaza, la empresa que debe recoger los desechos sólidos en el municipio Plaza de la Revolución, en pleno corazón de La Habana.
Ahí, el director y su combo se dedicaban a comprar cemento, pintura y hasta cerveza para vender por la izquierda, usando los recursos del Estado. Pero el punto más descarado fue el robo sistemático de combustible destinado a los camiones de basura. Combustible que falta para recoger los desperdicios, pero sobra para ser vendido con tremenda ganancia.
Y mientras tanto, los barrios apestando, los basureros explotando, y los vecinos sin esperanza. Pero claro, los responsables directos, los que mueven las fichas desde oficinas refrigeradas, ni se asoman al informe.
Jabones robados, salud en juego
En la planta Suchel Regalo, encargada de producir los jabones de la canasta básica, la historia fue igual o peor. El jefe de producción y varios trabajadores se robaban las pastillas de jabón para venderlas en el mercado informal o para usarlas como moneda de cambio dentro de la fábrica.
Durante una intervención oficial, incautaron más de 2 mil pastillas, muchas de ellas manipuladas con agua y carbonato de sodio para “rendirlas”. Resultado: jabones que ni limpian ni huelen bien, distribuidos por toda Cuba. Un atentado directo contra la salud y la dignidad de miles de familias.
El discurso vacío de siempre
Humberto López vende estos casos como muestra de transparencia y justicia. Pero lo cierto es que el régimen usa estos montajes para distraer al pueblo y dar la impresión de que se “está luchando” contra la corrupción, cuando en realidad la corrupción nace en la cúpula.
Es el sistema entero el que está podrido. Un país donde no hay controles reales, donde los recursos básicos desaparecen antes de llegar al pueblo, y donde los únicos castigados son los que no tienen a quién llamar ni qué uniforme ponerse.
¿Y GAESA? ¿Y los ministros? ¿Y los que viven como reyes mientras el pueblo sobrevive en ruinas? De esos no se habla. Esos no salen en “Hacemos Cuba”. Porque, al final, el verdadero acto de corrupción es el propio programa. Un teatro montado para que los cubanos sigan mirando hacia los lados, mientras los de arriba se roban el futuro de todos.