Desde el 1º de julio, el régimen cubano dio un paso más en su afán de controlar hasta el último detalle de la entrada al país. Todos los extranjeros que quieran pisar suelo cubano ahora deberán tramitar una visa electrónica obligatoria, un proceso que debe gestionarse a través del portal oficial eVisaCuba, por supuesto, pagando 50 dólares por cabeza.
El anuncio lo hizo el Ministerio de Turismo (Mintur) a través de sus redes sociales, como quien lanza una buena noticia, pero lo cierto es que esta nueva exigencia complica aún más los viajes hacia una isla que cada vez se vuelve menos atractiva para el visitante común.
Un visado para entrar a la crisis
Según explicó el Mintur en su cuenta de X, la visa electrónica será indispensable “para todos los visitantes internacionales”, quienes deberán obtenerla antes de viajar. El documento da permiso para estar en la isla por hasta 90 días, prorrogables por otros tres meses. Pero cuidado: el trámite exige un pasaporte vigente, un correo electrónico funcional y, cómo no, una tarjeta para pagar los 50 dólares que cuesta el “privilegio” de entrar al desastre económico cubano.
Una vez hecho el pago y entregados los datos —nombre, teléfono, país de procedencia, consulado correspondiente, entre otros—, el visado debe llegar en unas 72 horas, siempre que sea aprobado, claro está.
Canadá, el niño mimado del régimen
Eso sí, los canadienses siguen con trato preferencial. No pagan por la visa porque el monto ya está incluido en sus pasajes, una especie de oferta “todo incluido” para el país que más turistas le manda a la dictadura. Solo en enero de este año, según datos de EFE, cerca de 88 mil canadienses llegaron a la isla.
Sin embargo, aunque no paguen extra, también están obligados a llenar el formulario D’Viajeros una semana antes del vuelo. Este formulario, gratuito, genera un código QR que hay que presentar al llegar.
Más controles, menos libertades
Este endurecimiento en la entrada al país coincide con un clima de restricciones migratorias cada vez más severo en ambos sentidos. Mientras Cuba impone nuevas trabas a los que quieren entrar, Estados Unidos mantiene limitaciones firmes para quienes vienen de la isla.
Recordemos que el régimen cubano fue incluido nuevamente en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, lo que ha provocado la suspensión de varios tipos de visas para los cubanos que quieren entrar a EE.UU. —como las B-1, B-2, F, M y J—, bajo el argumento de que el gobierno cubano no coopera en temas de seguridad y no acepta a sus propios deportados.
Así lo resumió sin rodeos la Casa Blanca: “Cuba es un Estado patrocinador del terrorismo. No coopera con Estados Unidos, ni comparte información policial, y se niega a aceptar ciudadanos cubanos deportados”.
Visa para turistas, bloqueo para el pueblo
En resumen, mientras el régimen se esmera en mostrar su mejor cara al turista extranjero —vendiendo playas, tabacos y propaganda—, sigue cerrando puertas al propio pueblo, persiguiendo a los que piensan distinto, bloqueando salidas y entradas, y ahora también cobrando por adelantado a quienes aún se atreven a visitar un país sumido en crisis permanente.
La visa electrónica no es solo un filtro burocrático más. Es un reflejo de un sistema que necesita controlar, vigilar y exprimir todo lo que pasa por sus fronteras. Porque en la Cuba del régimen, hasta el turismo se vuelve rehén de la propaganda y la recaudación desesperada.