En Cuba no solo se sobrevive al día a día, también se lucha —muchas veces en silencio— contra enfermedades que requieren atención urgente. Tal es el caso de Dayan, un joven cubano que está enfrentando una dura batalla contra una de las formas más agresivas de linfedema, una enfermedad crónica que le ha afectado gravemente las piernas y que hoy lo mantiene prácticamente inmovilizado… y sin ayuda médica efectiva.
Dayan ha tenido que recurrir a las redes sociales para pedir auxilio. Su caso ha tocado muchos corazones, porque no solo está luchando contra una enfermedad dolorosa y limitante, sino también contra el abandono institucional. Vive en La Habana, sin posibilidades de trabajar, sin apoyo estatal y dependiendo completamente de la solidaridad que pueda recibir de personas desconocidas.
El linfedema, para quien no lo conoce, es una inflamación crónica que ocurre cuando el sistema linfático deja de drenar correctamente los líquidos del cuerpo. En el caso de Dayan, la enfermedad comenzó a los 12 años, primero en el pie derecho y después se extendió al izquierdo. Desde entonces, ha sido una carrera de obstáculos médicos, diagnósticos sin soluciones y especialistas sin respuestas.
Originalmente vivía en Pinar del Río, pero tras la muerte de su madre a los cinco años, fue enviado a Guantánamo bajo el cuidado de unos tíos. Fue allí donde comenzaron los síntomas, pero los médicos locales no supieron qué hacer. Luego, en su intento desesperado por encontrar ayuda, se trasladó a La Habana… pero la historia se repitió.
Ya sin esperanzas en el sistema de salud cubano, Dayan decidió hacer pública su situación en Instagram, donde puede encontrarse como @dayansotolongogarcias. Gracias a eso, médicos en España se interesaron en su caso y ofrecieron ayudarlo. Pero aquí viene el golpe más duro: las autoridades cubanas le negaron la salida del país. Y por si fuera poco, la doctora que estaba gestionando su atención sufrió una tragedia familiar, perdiendo a su esposo e hija durante un huracán.
Hoy, Dayan sigue esperando una solución. Vive alquilado en La Habana, sin empleo, sin ingresos estables y con una enfermedad que no solo le impide trabajar, sino también tener una vida digna. Depende de las donaciones y de la empatía de quienes puedan brindarle ayuda económica o médica desde el exterior.
El linfedema no tiene cura, pero sí tratamientos que podrían mejorar su calidad de vida. Lamentablemente, en Cuba esos recursos son escasos o inexistentes, y casos como el de Dayan se vuelven una verdadera emergencia humanitaria. Él no pide lujos, solo una oportunidad para tratar su enfermedad, vivir sin dolor y caminar con libertad. Si puedes ayudar o conoces a alguien que pueda, no dudes en contactarlo a través de su perfil.