Imagínense despertarse un día y descubrir que alguien te ha tirado heces fecales en los tanques de agua de tu casa. Suena a pesadilla, ¿verdad? Pues esa es la realidad que está viviendo una familia de Centro Habana, que ahora está lidiando no solo con el asco y el peligro para su salud, sino también con la total indiferencia de las autoridades, que parecen estar pintadas en la pared.
Todo empezó cuando una madre y su hijita pequeña fueron víctimas de semejante acto aberrante en su propia vivienda, allá en Centro Habana. Personas todavía sin identificar se subieron hasta la azotea y echaron heces fecales en los tanques de agua que abastecen el apartamento. ¡Una cosa de locos! No solo es un atentado contra la privacidad, sino un peligro sanitario enorme.
Este hecho, que ocurrió el pasado 1 de julio en plena Calzada de Infanta, entre Salud y Jesús Pellicerio, tiene a los vecinos con los pelos de punta. Para muchos en el barrio, lo sucedido es un verdadero atentado contra la salud pública. Porque no estamos hablando de una simple broma pesada, sino de algo que puede traer enfermedades graves o incluso provocar una epidemia. ¡Nada de juego!
La denuncia llegó también a la redacción del medio CiberCuba y fue presentada formalmente ante las autoridades por la propia afectada. Ella explicó que este ataque pudo haber causado graves problemas de salud a su familia. Y aunque su identidad se mantiene en secreto por seguridad, la mujer aseguró que hay gente en la mira: personas con antecedentes de hostigamiento hacia ella, y que además conocían perfectamente cómo llegar a los tanques de agua en la azotea. Todo huele, literalmente, a ajuste de cuentas.
Lo más indignante es que, pese a la gravedad de lo ocurrido —y a que se violan varios artículos del Código Penal cubano relacionados con delitos contra la salud pública—, las autoridades todavía no han tomado cartas en el asunto. Los vecinos están que botan chispas de la indignación y temen que este caso quede, como tantos otros, en la más absoluta impunidad.
En la denuncia oficial, el teniente encargado del caso, Eliesky Amaro Díaz, recogió todos los detalles y hasta citó artículos específicos del Código Penal (el 239, 240 y 244) que se aplican en casos como este. Mientras tanto, la familia afectada y los vecinos piden justicia y visibilidad, porque esto no es un simple chisme de barrio: pudo haber terminado en algo muy grave.
Y lo más triste es que no es un caso aislado. Basta recordar lo que pasó en 2023 en el barrio del Vedado, donde los vecinos denunciaron a un tipo que andaba amenazando a medio mundo con machete y bate en mano. A pesar de sus antecedentes y de mostrar armas blancas como si fueran juguetes, las autoridades solo lo detuvieron unas horas y lo soltaron como si nada, dejando a la gente aterrada.
Según trascendió en aquel momento, este individuo no solo amenazaba y gritaba, sino que llegó al extremo de hacer exhibicionismo delante de menores. Imagínate el terror de las madres y los niños. Tras cada arresto, el hombre volvía a las andadas, dejando claro que en algunos barrios de La Habana, la convivencia se está volviendo una bomba de tiempo. Y lo peor: las instituciones, en lugar de proteger, parecen brillar por su ausencia.
La impunidad y la pasividad oficial no solo exponen a los vecinos, sino que alimentan un clima de desprotección y miedo en barrios donde ya hay bastante violencia y abandono. ¿Hasta cuándo se va a permitir esto?