Después del revuelo que causó su abrupta salida del aire durante una transmisión en vivo, el rostro más visible de los apagones en Cuba, Lázaro Guerra, rompió el silencio. En declaraciones para el medio oficial Cubadebate, el director general de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas quiso calmar las aguas asegurando que está “en buen estado” y que todo quedó en un simple mal rato.
“Estoy bien de salud, sigo trabajando como siempre”, soltó Guerra, quitándole hierro al asunto como quien se sacude el polvo después de un tropezón. Según él, “solo me faltó el aire para hablar”, algo que, dice, puede pasarle a cualquiera en televisión en vivo. Pero lo que muchos se preguntan es si eso fue realmente una simple descompensación… o el reflejo de una presión que ya no puede cargar más.
Un susto frente a todo el país
El momento incómodo ocurrió en plena transmisión por Canal Caribe, mientras Guerra intentaba explicar la situación de las centrales flotantes. Fue alrededor del minuto 5:40 cuando el funcionario comenzó a jadear, se llevó la mano al pecho y, sin decir palabra, salió del set visiblemente afectado, haciendo señales hacia alguien fuera de cámara. La escena dejó a los televidentes con el corazón en la boca y a muchos con la certeza de que el desgaste es real.
El periodista Bernardo Espinosa intentó cubrir la ausencia al aire sin dar mayores explicaciones. Minutos después, Guerra volvió como si nada y terminó el parte energético. Ni una palabra sobre lo que acababa de pasar. Pero claro, en redes sociales no se hizo esperar el alboroto.
¿Solo un mal rato… o la presión le está pasando factura?
Las reacciones en redes se dividieron entre quienes mostraron preocupación y quienes no pudieron evitar lanzar dardos al funcionario, cansados de escucharlo todos los días con el mismo libreto apagón tras apagón.
“Ya no sabe ni qué inventar”; “El karma le pasó la cuenta”; “Tiene que dar la cara por lo inexplicable”; “Debería pedir la baja”… fueron algunos de los comentarios más repetidos en redes. Muchos señalan que más allá del susto, lo que se desmorona no es solo la salud del vocero, sino todo un sistema eléctrico al borde del colapso.
Poco después del incidente, el vocero Lázaro Manuel Alonso intentó calmar la bola diciendo que Guerra estaba bien y trabajando “como todos los días desde hace más de tres años”. Pero el desgaste emocional de tener que mentirle al país cada día ya es evidente.
Cargando el peso de una crisis que no tiene arreglo
Lázaro Guerra lleva rato siendo la cara visible del desastre energético cubano, un rol ingrato que lo pone cada día frente a cámaras a dar malas noticias a un pueblo agotado por los cortes de luz, el calor sofocante y la vida paralizada.
En una entrevista previa, el propio Guerra reconoció que nunca le gustó salir en televisión, que aceptó la tarea porque “se la asignaron” y que, lejos de disfrutarlo, “le huía” a las cámaras. Dijo que comunicar este tipo de noticias le pesa, que es una carga tremenda porque afecta directamente a la vida de millones. “No se puede anunciar un apagón con una sonrisa”, afirmó en esa ocasión.
Y aunque asegure que en la calle lo tratan con respeto, lo cierto es que ser la voz de la calamidad nacional no es fácil de llevar. El episodio en vivo, lejos de ser un simple accidente, muestra cómo el cuerpo también empieza a decir “basta” cuando se le exige todos los días justificar lo injustificable.
